¿Estás en control?

“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.” Salmos 40:1-2

Hay un atributo cristiano que es requisito indispensable para la vida de éxito que Dios quiere que disfrutemos, pero que no lo hallamos entre las virtudes más codiciadas por los creyentes. Si claro, me refiero a la paciencia. Simplemente no nos gusta esperar. Es tan incómodo estar en incertidumbre, sin saber lo que sucederá mientras los días pasan. Además, la paciencia reta nuestra fe porque mientras aguardamos, ya sea para salir de una difícil situación en la que nos encontramos, o para entrar en esa nueva etapa tan anhelada, no podemos saber lo que va a pasar, y necesitamos sentirnos seguros, en control. El apóstol Santiago sube el estándar aún más cuando nos dice: “tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas.” (Santiago 1:2b). ¿De qué estamos hablando? ¿Qué tengamos sumo gozo (máxima felicidad, inmensa alegría) cuando estemos justo en el medio, no de una sino de varias pruebas? ¡Esto ya es masoquismo! Prefiero mil veces estar yo “en control.” Claro que sí. El problema es que solo Dios está en control…

Caminar con Dios es un acto diario de fe. Adoramos, amamos, le pedimos y obedecemos a Alguien a quien no podemos ver. Pablo lo resume así: “porque por fe andamos, no por vista.” (2 Corintios 5:7). La fe y la paciencia están entretejidas, emparejadas. La fe no existe donde no hay paciencia. No puedes tener fe sin paciencia porque los procesos transformacionales llevan tiempo, y en ellos debemos ejercer fe para perseverar día a día, mientras aguardamos el logro. Aprende a esperar. Es importante que seamos pacientes y confiemos que Dios nos dará siempre lo que más nos convenga, pero solo cuando estemos listos. No te apresures según tu propia prudencia. Dios está atento a tu clamor, pero a veces tiene que procesarte antes de bendecirte. Él no nos niega nada para lo que ya estemos listos, pero al igual que Moisés en el desierto o José en la cárcel, a veces necesitamos un tiempo de espera en el cual fortalecemos nuestro carácter, según nuestro propósito. Como quien empuja a diario una inmensa piedra y quizás no lograr moverla, pero al final del proceso sale fortalecido, asimismo la paciencia invisiblemente hace su obra en nosotros. Ejerce fe, sé paciente. Mientras mayor la espera, mayor la bendición. Asegúrate de esperar para agradarle primero a Él:

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios.” Hebreos 11:6a

 

1 comentario
  1. Ana Isabel dijo:

    Amén!!!

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