¿Cómo Judas o cómo Pedro?

“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.”Lucas 22:63

Pedro le había asegurado a Jesús: «Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré…»(Mateo 26:35), sin embargo bajo la presión de una agresiva multitud, sucedió lo anunciado: lo negó, y luego, con profundo dolor, “lloró amargamente.” Creo que la tristeza de Pedro no provenía solamente del haberle fallado al Señor sino además porque ya Él se lo había advertido, pero ¡qué bueno que Dios nos haya dado una conciencia! Del mismo modo que el dolor físico es bueno porque nos advierte que algo está mal (aunque duela), el arrepentimiento profundo por nuestros errores es muy saludable: nos anuncia que debemos cambiar, que solos no podemos, que necesitamos librarnos de algo… ¡Que necesitamos de Dios!

Judas, al igual que Pedro, tú y yo, también le falló al Maestro pero no lloró amargamente sino que, al darse cuenta de que había “…pecado entregando sangre inocente… salió, y fue y se ahorcó.” (Mateo 27:4-5) Judas no entendió el amor de Jesús y quiso tomar sobre si mismo sus culpas, sin saber que eso es imposible y que el Cristo estaba a punto de llevar sobre Si las de toda la humanidad. ¡Qué lástima que Judas no lloró amargamente sino que decidió ejercer venganza contra sí mismo, cerrándose a toda esperanza, sin entender que Jesús dichosamente lo habría perdonado y restaurado! Decidió colgarse en un madero para maldición (Deuteronomio 21:23) en vez de aferrarse a Jesús quién se hizo maldito para darnos vida (Gálatas 3:13). Tú no te quedas en el lodo si tienes un río limpio para bañarte. No lleves las culpas que ya Cristo llevó, no arrastres tus errores como si fueran imperdonables, no te juzgues diferente a como te juzga el Verdadero Juez; mejor arrepiéntete y, si lo necesitas, llora amargamente, derrama todas tus lágrimas pero luego, una vez más, levántate. No te juzgues tan duro como para rechazar la gracia de Dios. No imites a Judas, imita a Pedro quien, una vez en paz con Dios, nunca volvió a ser el mismo:

“Mas Pedro dijo: …; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;” Hechos 3:5-6

1 comentario
  1. Anónimo dijo:

    Hola Eduardo, como siempre, sigo dando gracias a Dios por tu vida y animandote a que continues la buena carrera. Sigues siendo para mi un ejemplo a seguir y que Dios te siga utilizando.

    Bendiciones

    Me gusta

A %d blogueros les gusta esto: