Si el mundo te aborrece…
“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.” Juan 15:18
Siempre he admirado a los buenos guitarristas y recuerdo que hace algunas décadas, los “metaleros” comenzaron a arrojarse al piso mientras ejecutaban solos virtuosísimos. Recientemente vi en televisión a una banda cuyo guitarrista también se arrojó al piso con aún mayor fuerza y agresividad… solo que ¡casi no sabía tocar! Vivimos en un mundo donde lo esencial es llamar la atención, atraer, impresionar…. Lo primordial no es el fondo sino la forma, no lo que haces sino cómo lo haces, lo que pareces ser importa más que lo que realmente eres. Pero cuando Isaías describe a Jesús dice que “no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.” (Isaías 53:2b) Jesús cambió completamente la atmósfera espiritual del planeta y la historia de la humanidad, para siempre, pero no lo hizo con efectos especiales sino con humildad; no con mañosa astucia sino con sabiduría; no con estrategias ni propaganda sino con poder y santidad; no como el presidente de una poderosa nación ni como multimillonario sino como carpintero… Y claro, ¡muchos le aborrecieron!
Jesucristo llama a Satanás el príncipe de este mundo (Juan 12:31, 16:11) y dice además que ni Él ni sus seguidores somos de este mundo (Juan 17:16), de modo que si nadie te aborrece evalúa tu caminar no sea que estés encajando demasiado bien en este mundo (del griego Kósmos = sistema de cosas). Del mismo modo que tú y yo queremos que nuestros hijos sean firmes y genuinos, y que no sean influenciados al mal por sus compañeros de estudio o amigos, Dios quiere que seamos fieles a Él y que no estemos tan preocupados por lo externo. Si muchos aborrecieron a Jesús que era la Plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9), ¿por qué debe extrañarnos que algunos lo hagan también con nosotros quienes pretendemos seguirlo? Así que no te afanes ni entristezcas, un poco de aborrecimiento puede ser un buen síntoma, quizás signifique que eres fiel al Padre y a tus convicciones, y que eres un creyente genuino. Por eso el apóstol lo advirtió desde hace casi veinte siglos:
“Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.” 1 Juan 3:13