El segundo Mandamiento
“No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.” Deuteronomio 5:8
Los mandamientos son advertencias, no amenazas. Cuando le ordenas a tu hijo que no juegue con su pelota en la acera de esa calle transitada, no lo haces para quitarle el placer de jugar sino para protegerlo y probablemente salvar su vida. Cuando instruyes al adolescente a que no beba o lo haga con muchísima moderación, no lo estás reprimiendo, lo estás protegiendo y evitándole una potencial adicción. Dios te ama tanto que no solo te creó sino que además te compró. Debemos ver los mandamientos libres de las rigideces religiosas que ven castigo y condenación en todas partes. Todo buen padre les da mandamientos a sus hijos, no para satisfacer el ego del primero sino para el bien de los segundos.
Después de la caída espiritual del ser humano en el Jardín del Edén, vino la muerte espiritual y perdimos la comunión con Dios, por eso ahora solo lo natural nos es tangible y percibido como real. Debido a esto es común que el ser humano busque representar a Dios de una manera visible, para palparlo físicamente y concebir aquello que es etéreo e invisible, pero cuando te haces una imagen de Dios, no lo ofendes sino lo limitas. La orden del versículo continúa: “No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso,…” (Verso 9). No se trata de que Dios sienta inseguridad y necesite controlarnos o dominarnos para sentirse tranquilo. Se refiere a Su anhelo desesperado de bendecirnos y de cuidarnos. Dios sabe que solo Él nos puede sacar adelante, que solo Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6) y que sin Él estamos perdidos y nada podemos hacer (Juan 15:5). Su celo viene cuando la preciosa vida que nos entregó está bajo amenaza de destrucción por nuestra ignorancia y no Le permitimos actuar para ayudarnos. No limites a Dios, no te hagas una imagen de Él porque Él es mayor, mejor, superior. No te hagas figuras mentales de Dios, mejor conócelo, abre las cortinas y deja que Su luz te alumbre:
“¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” Santiago 4:5