Libres de toda condenación

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Romanos 8:1

Imagino lo que siente un delincuente realmente arrepentido cuando el juez dictamina: ¡Inocente! Esa sola palabra significa que no sufrirá la cárcel con sus maltratos, que podrá estar con sus seres queridos y disponer de su tiempo, sentir los rayos del sol y caminar bajo la lluvia. Ahora tiene otra oportunidad y ya no pesa sobre él o ella, ninguna condena. Creo que algo parecido siente el enfermo que lee el examen que dice “remisión total” o aquel que ve, en los documentos de la hipoteca de su casa, un sello que indica “cancelado.”

Ahora bien, ¿cómo te sientes tú al saber que hace casi dos mil años el Juez de jueces declaró sobre tu nombre: “inocente”? Y cuando se le presentaron todos tus errores y malicia, Él dijo: “pagados en la Cruz;” y aún antes de que viniera a tí el dolor de la enfermedad, Él dijo: “sanado por Mi llaga,” y cuando se abrió un acta que detallaba todas tus iniquidades (junto a la de tus padres y abuelos), Él dijo: “redimido en el madero.” Cuando Jesús dice “sano” significa completamente sano, y cuando la Biblia dice que “no hay ninguna condenación,” es porque no existe ni rastro de ella. No te acuses más, no te culpabilices, no sigas lamentándote por lo que pudiste hacer mejor esta mañana o hace treinta años. Invita a Cristo a entrar a tu corazón y retoma el camino para el que fuiste creado. Regresa a Su plan original de bendición y dicha para ti y los tuyos, y así podrás levantarte y declarar con confianza: “¡Ninguna condenación hay para mí!” Te invito a hacerlo ahora, por favor declara en voz alta: “¡Ninguna condenación hay para mí!” Repítelo, deja que ésta verdad penetre las fortalezas de tu mente. Permítele a Su Espíritu guiarte para que vivas conforme a Él. Oye Su Palabra, cree en Aquel que lo envió y no habrá para ti ninguna condenación, sino habrás pasado de la muerte a la vida.

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan 5:24

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