Líbranos del mal…

“Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad.” Lucas 13:12

Esta mujer había estado encorvada durante dieciocho años “y en ninguna manera se podía enderezar.” Sin embargo cuando vio a Jesús, aunque probablemente conocía Su fama, no le pidió que la sanara. Ella, al igual que muchos creyentes hoy en día, se había acostumbrado a “su” enfermedad. Quizás un día perdió la fe y decidió que esa era la “voluntad de Dios,” por lo que debía aceptarla y resignarse pero Jesús, al instante de verla, la llamó y la sanó porque ni las ataduras, ni el sufrimiento ni la muerte son Su voluntad. Él vino para darnos vida en abundancia (Juan 10:10), para deshacer las obras del diablo (1 Juan 3:8) y para romper todas nuestras maldiciones (Gálatas 3:13). ¿Cómo alguien que entrega a su hijo y a si mismo por otro, le va luego a tratar de enfermar, hacer sufrir o matar? Podemos creer lo verdaderamente absurdo cuando no ejercemos discernimiento.

Yo no sé si te has acostumbrado a esa enfermedad crónica de la que murió tu papi y tu abuelita, a ese dolor de huesos, a la escasez económica aunque trabajas duro, a las agresiones e infidelidades, o quizás has renunciado para siempre a la satisfacción sexual con tu cónyuge. Hoy quiero invitarte a que te desacostumbres a todo eso y busques el bien, porque el mal no es la voluntad de Dios según leemos en Su Palabra. Tenemos un enemigo, su nombre es satanás y Jesús lo llamó diablo, que significa usurpador. Él trata de usurpar en tu vida el lugar del único Señor y tú, cada vez que te resignas al mal y “oficializas” el sufrimiento para ti o los tuyos, le otorgas la victoria y peor aún, blasfemas contra Dios porque le atribuyes el mal a Aquel que es solo bien (Marcos 10:18). Dios no quiere destruirte, Él entregó a Su Hijo para recuperarte; Jesucristo no te oprime, Él fue crucificado para liberarte; Jesucristo te ama con un amor infinito y puede y quiere liberarte, por eso nos enseñó a orar: “líbranos del mal” (Mateo 6:13). No te acostumbres al mal, no desistas, no te aferres a él ni lo aceptes por tu impaciencia. ¡Resiste!

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7

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