Amando a Dios con todo…
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.” Marcos 12:30
Cuando pienso en los mandamientos, pienso en no matarás, no mentirás, no esto y no aquello, pero acá Jesús establece que el mayor de todos los mandamientos no comienza con una negación sino con un verbo muy especial: amar, y no a cualquiera sino: a Dios. Además está en presente continuo: Lo amarás hoy y siempre, en salud o enfermedad, abundancia o escasez, durante tus éxitos y en los fracasos. Dios establece el cuando: siempre, y también el como: con todo. Amarlo es el mayor de todos los mandamientos porque si lo amas, los demás se cumplen solos. Para el Padre lo más importante es tu amor, ¿no es fabuloso?
Dios no está con un mazo advirtiéndote lo que no debes hacer, Él tiene sus brazos extendidos para apoyarte en lo que quieres hacer. No está en tu contra, está a tu favor; no te acusa, te libra; no ve tu pasado, sino tu potencial; quiere tu obediencia pero también tu amistad. Quiere formar parte de tus planes y acompañarte a diario, quiere ser tu primera opción y llenar completamente cada área de tu vida. Él es feliz cuando estás feliz. No quiere solo tus cantos los domingos, sino una relación diaria. ¿Te gustaría que tus hijos pequeños, en un abrir y cerrar de ojos tuyo, aparezcan graduados, casados e independientes? Yo quiero que a mis hijos les vaya muy bien pero el mayor deleite es acompañarlos en ese proceso; de eso se trata todo. Aunque te suene extraño, Dios está más interesado en caminar contigo que en tu perfección e infalibilidad. Él se deleita en tu compañía.
«Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo…» Juan 17:24a