Enseñame a hacer Tu voluntad
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.” Salmos 143:10
Muchos de nosotros buscamos a Dios para pedirle que Él haga nuestra voluntad, lo cual pone en evidencia nuestra arrogancia e imaginaria autosuficiencia. Muchos crecimos creyendo ser los “dueños de nuestro destino” y nuestros propios padres, maestros, jefes y mentores nos guiaron en esa dirección. Por eso guardamos en una cajita identificada con una etiqueta que dice FE, aquellas pocas cosas que no creemos poder controlar como por ejemplo la vida después de la muerte o un caso de enfermedad terminal… Todo lo demás lo seguimos queriendo controlar incluyendo las vidas de otros como cónyuges, familiares y amigos, ignorando que toda forma de manipulación, intimidación y control coinciden 100% con la definición bíblica de hechicería. Tú no eres el dueño de tu destino ni mucho menos del destino de otros.
David era un líder militar extraordinario, un luchador que peleó contra osos y leones para proteger a sus ovejas, un valiente que venció a Goliat junto a muchos otros además de un poeta y músico virtuoso, sin embargo su confianza estaba siempre en Jehová y no en su propia astucia. La razón por la que David es figura del Mesías (a quién las Escrituras llaman: Hijo de David) a pesar de su humanidad y debilidades, es porque tanto en el rotundo éxito como en medio de una profunda desesperación, su comunión con Dios era lo más importante. Para éste guerrero Dios era lo primero, su mayor prioridad. En Él volcaba su agradecimiento por las victorias y las riquezas, y a El clamaba cuando huía de sus adversarios más temibles. En este verso vemos que David nunca se sintió autosuficiente. No concibo oración más sincera y humilde que la suya: “Enséñame a hacer tu voluntad.” En su sabiduría él no tenía su propio código moral como muchos líderes hoy en día. Por eso le pide a Dios que lo “guíe a tierra de rectitud.” Debemos aprender de David a ser guiados por el Espíritu de Dios. Desde que aprendimos a repetir la oración del Padre Nuestro nos fue enseñado: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:10). Es hora de que seamos un poco más humildes y entendamos quien es el Señor:
“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Jesús en Lucas 6:46