Dos fuentes de paz, escoge una
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Juan 14:25
Jesús nos muestra dos formas de paz acá. Una otorgada por el mundo y que no es constante sino que eventualmente permitirá que tu corazón se turbe y tengas miedo. Esta paz depende de nosotros, de nuestra capacidad de controlar las circunstancias, y de superar y manipular a otros. Si por ejemplo tenemos dinero abundante, nos sentimos más seguros y alcanzamos cierta paz. Si somos atractivos y admirados, tememos menos a la soledad, y si somos buenos en nuestro trabajo o negocio, nos sentimos estables. El problema surge porque el éxito requiere medir el desempeño, y para saber cuánto hemos alcanzado en la escala, debemos compararnos con otros. Si nuestros logros superan a la media del grupo donde nos desenvolvemos, nos sentimos vencedores, pero si no es así, nos esforzamos por alcanzar más dentro de esas expectativas y, como no queremos ser vistos como perdedores, vivimos contabilizando lo que logramos, llegando muchas veces a subestimar a otros menos afortunados en cualquiera de éstas áreas. El único problema con esa paz es que es intermitente y es afectada no solo por tus logros sino por los de los demás.
Pero hay otra paz que Jesús califica como Suya y que no proviene de nuestra capacidad sino de Él; no de nuestras habilidades sino de las Suyas; no es intermitente sino constante, como un río, aunque solo Él la puede otorgar. El reto es que esa paz llega solamente cuando entiendes que Jesús es real y que todas Sus promesas para tu vida son verdaderas. Cuando dejas de ver lo aparente y entiendes que Él convierte el agua en vino, el desierto en manantial, la derrota en victoria, el lamento en danza. Esa paz sobrenatural se activa cuando tú decides no limitarlo ni definir la ruta, sino que le pides pero le das espacio para actuar. Esa paz ininteligible solo viene a tu alma cuando le crees como niño, sin objeciones ni quejas. Cuando finalmente comprendes que ¡solo Él es Dios!
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7