Manipulación vs Oración

“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Juan 15:7

Muchas personas le piden a Dios tratando de “doblarle el brazo.” Me refiero a esos que ruegan ofreciendo penitencias (como quien paga por un servicio) como cargar por horas el altar durante una procesión, repetir frases a manera de penitencia o caminar (e incluso ir de rodillas) por largas distancias para llegar a un lugar sagrado en una fecha conmemorativa. Piensan que su sufrimiento atraerá la atención de Dios pero, ¿te piden así tus hijos? Cuándo tu hijo quiere algo, ¿se sienta a repetirte frases y te convence con eso? Bueno quizás logre hartarte pero no creo que te agrade. ¿O le dices tú: quédate hincado sobre estas piedras hasta que te sangren las rodillas para ver si realmente quieres lo que me pides? Si lo haces estás muy enfermo, y quizás creas que Dios también lo está. Desde que mis hijos eran pequeños aprendieron algo muy sencillo: “A papá no se le piden las cosas llorando.” Ellos no son perfectos, no lo serán jamás ni quiero que lo sean, sin embargo pienso que al igual que tú y que yo, tienen el potencial para lograr todo aquello para lo que Dios los creó, de modo que ni la lástima ni su autocompasión me mueven, ni a Dios tampoco. Quizás entender algo cambie tu corazón:

  1. Jesús murió por ti (no tú por Él). No se trata de tu sacrificio sino del suyo. Murió por que te considera inmensamente valioso y tú, en cambio, ¿le pides su lástima?
  2. La razón de la «penitencia» es falta de fe: No le creemos y esperamos poder manipularlo (como el niño que llora por el juguete porque no cree que papá se lo dará) o, como no nos sentimos dignos, le ofrecemos un pago… Pero ya Él lo pagó todo.
  3. Dios no se mueve por lástima, se mueve por fe.
  4. Esa fe no se manifiesta de palabra sino obedeciéndolo y honrándolo. Por eso es necesario «permanecer en Su Palabra…»

Pienso que al Señor no le agrada nuestra autocompasión ni la auto beatificación. La mentalidad de: “mírame, pobrecito yo” le ofende porque Él te equipó y puso Su Espíritu dentro de ti. Si Dios se moviera por lástima o necesidad, no hubiera pobreza en el mundo. Cuando conoces a Dios lo amas, le crees, le obedeces y, como consecuencia, lo honras. Esta conducta demuestra que eres un creyente. Ama a Dios obedeciéndole. Créele por más fruto. Hónralo por quién Él es (no solo cuando te bendice) y te dará todo lo que le pidas:

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” Juan 15:17

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: