Tú tienes impacto

“Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.” Hechos 6:3

Esta fue la instrucción que los apóstoles le dieron a la multitud que los seguía, luego de la partida de Jesucristo y de la venida del Espíritu Santo. Necesitaban un grupo de hombres altamente calificados para una labor muy especial, pero ¿cuál labor? ¿Será que buscaban otro apóstol o un evangelista carismático? ¡Nada de eso! Buscaban meseros. Hombres que sirviesen la comida y recogieran luego los platos y cubiertos, a la vez que limpiaban las mesas. Claro que debían tener buen testimonio porque la reputación es importante, pero ¿por qué llenos del Espíritu Santo y de sabiduría? ¿Se necesita tanto para poner pescado, pan y un par de vegetales en un plato y servirlo? ¿Qué tan complicado puede ser? Complicado no pero importante sí. Parece que Dios ve el servicio de un modo muy diferente.

Por cada pastor exitoso que ves en su púlpito; por cada evangelista que predica en una cruzada; incluso detrás de cada grupo de estudio bíblico que se reúne en una casa o cafetería, existe un grupo de manos invisibles y diligentes que invierten tiempo y esfuerzo detrás de bambalinas para hacerlo posible, con el único fin de que alguien reciba el precioso mensaje de salvación de Jesucristo, por quien Él entregó su vida. Estos meseros eran líderes que influirían grandemente a través de su ejemplo, sabiduría y humildad. En el primer discurso de Pedro tres mil personas se convirtieron, y luego en otro, cinco mil hombres, potencialmente con sus familias. Seguramente era difícil acceder a él o a Juan, pero no a los meseros, a sus discípulos, quienes disfrutaban de la confianza de la gente (tenían buen testimonio). Por eso se necesitaba sabiduría, para aconsejar y el poder del Espíritu Santo para respaldarlos. No subestimes lo que haces. Puedes hacer mucho desde allí. No te sientas mal si no estás en el escenario. Sirve a otros, sé el segundo, o el tercero. Dispón tu corazón para ser usado. No busques tu propia gloria sino la de Dios. Ya sea que eres ama de casa, taxista, enfermero, profesor o si estás desempleado, tú eres importante para Dios. Hay gran demanda de meseros en el Reino. No te subestimes, sirve a Dios y a otros. Lo que haces tiene gran impacto:

“Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.” Hechos 6:20

 

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