¿Cómo puedo estar seguro de que Jesús existió si los Evangelios fueron escritos siglos después?

La validez de un documento histórico no se determina por su antigüedad sino por el tiempo transcurrido entre los acontecimientos y la narración. Mientras más corto sea este período, más veracidad se le atribuye. Mucho de lo que sabemos acerca de Julio César, por ejemplo, proviene de las copias escritas mil años después de que él vivió. Los Evangelios, en cambio, fueron escritos por testigos de primera mano o personas que escucharon las narrativas directamente de estos.

Por ejemplo, sabemos que Pablo murió en el año 66 o 67DC. Lucas, el médico escritor del Libro de los Hechos, dedica no pocos capítulos a la vida de Pablo, pero no menciona algo tan relevante como su muerte. Si Pablo hubiera estado muerto cuando Lucas escribía, sin duda lo habría mencionado (aún más si consideramos que murió decapitado). Por esto los expertos concluyen que fue escrito antes de ese año 67. Lucas además escribió el Evangelio que lleva su nombre antes de escribir el libro de los Hechos, de modo que este está aún más cerca del tiempo que Jesús vivió en la tierra, por lo que su veracidad es indudable. Otro ejemplo interesante fue la destrucción del Templo de Salomón por los Romanos en el año 70DC. Este hecho tan relevante para el naciente cristianismo, no se menciona en el Nuevo Testamento, por lo que se concluye que las primeras copias fueron escritas antes del año 70DC. SI consideramos que Jesús murió en el 33 o en el 34DC, podemos concluir que son copias fiables, muy recientes y con testimonios de testigos que estuvieron con Jesús. Ningún académico respetable hoy en día niega la existencia y crucifixión de Jesús de Nazaret.

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.” 1 Juan 1:1

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