Milagros al Obedecer la Palabra – P2

“Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.” Lucas 5:5
Después de una larga noche de pesca infructuosa, Jesús se subió a la barca de Pedro mientras este con sus colegas pecadores limpiaban, probablemente un poco frustrados, las redes. Luego de predicar por un determinado tiempo, Jesús le dice a Pedro: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.” ¿Te imaginas? Aparte del cansancio y el desaliento de no haber pescado nada, ya tenían las redes limpias y probablemente querían dormir. Además, Jesús les instruye que bogue “mar adentro”, no cerca de la orilla. Imagino que Pedro pensó algo como: “Te respeto mucho Rabí, pero tú eres carpintero, los pescadores somos nosotros” (yo lo hubiera pensado). La historia continua con Pedro obedeciendo y recogiendo tantos peces que la red se rompía y tuvo que ir otra a barca a ayudarlos. Simón nunca había visto algo así en todos sus años de pesca, pero creo que la clave estuvo en algo simple: Su obediencia. Tenía todas las razones y excusas posibles para no hacerlo, pero le dijo: “en tu palabra echaré la red.” En otras palabras, “aunque esto no tiene sentido, ya es de día y acá pescamos de noche, y no encontramos nada, y ya limpiamos, y estamos cansados, y conozco mi oficio muy bien, pero en tu palabra, porque Tú lo dices, porque Tú tienes algo especial, obedeceré.”
Algo parecido sucedió en unas bodas en Caná de Galilea, donde María y Jesús estaban invitados. No sé si llegaron muchos sin invitación o si el padre de la novia calculó mal, pero se quedaban sin vino en plena boda. ¡Qué vergüenza! El apóstol Juan nos narra que Jesús les dijo a los que servían las mesas: “Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.” (Juan 2:7-8). Es fácil leerlo dos mil años después, pero ¿qué crees que pensaban? “¿Llenarlas de agua? ¡Lo que necesitamos es vino, aunque sea del barato, pero no agua!» O pudieron decir; “Ya terminamos nuestro trabajo acá! Que nos paguen y listo.” Sin embargo, la Biblia dice que obedecieron. De hecho, llenaron las tinajas “hasta arriba” y se las llevaron al maestresala o jefe de meseros. Si no hubieran obedecido, si no hubieran creído y dado la milla extra se hubieran perdido un hermoso milagro que estoy seguro cambió para siempre sus vidas. Y tú, ¿en qué tienes que obedecer? Lee lo que dijo el maestresala:
“todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.” Juan 2:10
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