Lecciones de Fe del Apóstol Pedro – P3

“… ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.” Jesús en Mateo 17:27

Nuevamente vemos que la fe mueve a la acción y que a veces, las acciones que Dios nos pide pueden sonar absurdas. Pedro pudo haber pensado: “Solo necesitamos unas monedas para pagar nuestros impuestos Maestro. ¿Por qué no las sacas de la gaveta de la mesa de noche de Judas, seguro tiene algunas escondidas por allí?” Pero no. Pedro, un empresario acostumbrado a usar las redes para sacar decenas o quizás cientos de peces, ahora se dirigía (a la vista de todos los otros pescadores) al mar, con una caña de pescar. Humillante. Sin embargo, más allá de lo incómodo (estoy seguro de que Pedro no era de los que le importaba mucho lo que los demás pensaran), ¿cómo pudo creer que, en el medio del mar, el primer pez que mordiera su anzuelo traería un estatero en la boca? Esto no es absurdo, es imposible, no tiene ninguna lógica. Pero para entonces ya Pedro había caminado algún tiempo con el Señor y había visto su gloria, su poder y la absoluta veracidad de cada una de sus palabras. Había entendido lo que una vez Jesús le dijo al padre de un joven endemoniado: “…al que cree todo le es posible.” (Marcos 9:23)

Recordemos las tres lecciones de la fe de Pedro: Primero, la fe mueve a la acción, aunque no haga sentido. Pedro obedeció sin importarle la vergüenza de ir con una caña frente a todos, ni si alguno de los que lo veían pensaban que estaba loco de creer en semejante imposibilidad. Si Dios es sobrenatural, la fe que lo mueve a actuar debe ser sobrenatural. Segundo, Jesús confiaba en Simón, y esperaba que éste le creyera, que obedeciera sus instrucciones, y que tuviera confianza en sí mismo también. No se equivocó. Y tercero, el milagro, aunque anticipado, tiene que haber impactado y transformado la manera de pensar de Pedro. ¿Qué Dios es éste que le da una orden a un pez para que se trague una moneda que alguien debió haber “accidentalmente” perdido, y portarla para que cuando Pedro entre al agua, en el momento que él escoja y en el lugar donde él elija lanzar el anzuelo, este pez se apresure a morderlo antes que cualquier otro, a pesar de tener una moneda en su garganta? Imagino que su fe creció exponencialmente. Una de las más grandes bendiciones de la fe es que mientras más la experimentas y ves el poder de Dios, más crece. Es un círculo virtuoso. ¿No te da paz y gozo saber que a pesar de todo lo aparente, Dios está en control y que…

“… aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.” Jesús en Lucas 12:7

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