La Barrera del Orgullo

“Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.” Mateo 14:10

Jesús acababa de observar la preocupación de muchos por sentarse en los puestos considerados los primeros o más importantes, es decir junto a las personalidades de la ciudad y “aparecer en la foto.” Al igual que hoy, nuestro sentido de autoimportancia (distorsionado y exacerbado por los medios y redes sociales) requería de validación externa. “Si me muevo entre los importantes, entonces yo también lo soy (o al menos lo parezco).” Pero Jesús tenía una perspectiva diferente debido a su sabiduría infinita. Les instruye que es mejor que cada uno se siente en el último asiento, en el lugar de menor importancia, de modo que cuando el anfitrión los vea lejos de él, les llame para que se acerquen más y tengan honra. ¿Por qué? Jesús explica la razón en el verso que le sigue: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.” De modo que el camino bíblico hacia la honra pasa primero por la humildad. (Proverbios 15:33b).

Ahora bien, el príncipe de este mundo es satanás (Juan 14:30; 16:11), por lo que los principios terrenales son totalmente opuestos a los celestiales, donde reina Jesucristo. Por ejemplo, en la tierra reina la competencia, pero en el reino de los cielos prevalece la colaboración. En el mundo el mayor es servido por los menores, en el cielo el mayor es quien sirve a los demás. En la tierra predomina la acusación, pero en el cielo la intercesión. En el ámbito terrenal procuramos vivir o al menos, sobrevivir. En el espiritual, morir a la carne es lo que nos da la verdadera vida. El orgullo parece ser poderoso, pero es muy débil. La humildad y la vulnerabilidad parecen ser débiles, pero son muy poderosas. Nos ubican. Hay muchas cosas que tú deseas; promesas y anhelos de tu corazón, bendiciones que Dios quiere genuinamente darte pero que, si te las diera ahora, tu orgullo las dañaría. No estás listo para recibirlas. Y sé que esto te molesta porque estás convencido de que no es así. Sin embargo, Dios en su infinito entendimiento y eternidad conoce la verdad. Hay niveles de éxito, de prosperidad, de relaciones, de responsabilidades que no estás listo para asumir. ¿Qué te lo impide? La barrera del orgullo. ¿Cómo la derribas? Reconociendo que separado de Dios nada puedes hacer (Juan 15:5b).

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;” 1 Pedro 5:6

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