Una Bendición del Tamaño de tu Fe

“Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.” 2 Reyes 4:2

El marido de esta mujer había fallecido recientemente, y sus acreedores reclamaban a dos de sus hijos como esclavos, hasta la cancelación de la deuda. Esta viuda, cuyo marido había sido profeta, vino a Eliseo a rogarle su ayuda para liberar a sus hijos, Dios escuchó su clamor, pero antes del milagro el profeta le hizo una pregunta clave: ¿Qué tienes en casa? En varios milagros bíblicos, como la transformación de agua en vino y la multiplicación de los panes y peces, vemos este principio según el cual Dios o sus representantes, en este caso el profeta, multiplican o transforman algo que ya existe. Pero además de eso es una buena reflexión. Por lo general tendemos a enfocarnos en lo que no tenemos, en lo que nos falta, en nuestros deseos insatisfechos, pero Dios parte de lo que tienes para proveerte de aquello que no tienes. Adicionalmente me pregunto qué efecto tiene el hecho de que a veces despreciamos lo que tenemos porque no es suficiente.

Una vez la viuda le responde que lo único que tiene es aceite, Eliseo usa esa única posesión para resolver su necesidad. Le dice que pida a todas sus vecinas muchas vasijas vacías y que, una vez las tenga, se encierre con sus hijos (como Jesús nos enseñó a orar en secreto). Luego solo debería vaciar el aceite del pequeño envase en las muchas vasijas prestadas, porque según la palabra de Eliseo, el aceite no se agotaría. Ella obedeció con exactitud y diligencia, y al acabarse las vasijas, es decir al agotarse el espacio en donde poner el aceite, se detuvo el flujo del preciado líquido. Me pregunto si al llegar a la última vasija, a pesar del impacto del milagro pensó “¿por qué no pedí más?” o, por el contrario, si recolectó muchas más de las que necesitaba y estaba satisfecha. Nótese que la dimensión del milagro estaba limitada únicamente por la fe de esta mujer. No sabemos si llenó la casa de vasijas en cada rincón posible, o si reunió una cantidad mediana y no más. El mensaje es claro: según nuestras expectativas actuaremos (pediremos vasijas), y según esas expectativas, recibiremos. Imagino que fue incómodo para ella ir a pedir prestado. No sé si les contó o no cómo las utilizaría, pero si les contó fue incómodo (muchas no le creerían) y si no les contó, fue sospechoso porque, ¿para que tantas vasijas? Pero lo importante es que ella creyó, y de acuerdo con su fe, recibió.

“Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.” 2 Reyes 4:6

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