¿Amor o respeto? – Mensaje para los hombres.
“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” Efesios 5:33
En el pasado, cuando los hombres salían de cacería o a la batalla, las mujeres (más fuertes psicológicamente) se quedaban en la comunidad, desarrollando los sólidos nexos necesarios para convertir a esos grupos dispersos en un gran hogar colectivo. Ellas mantenían la unidad y la esperanza de la tribu mientras esperaban pacientemente y sin garantía alguna de que los hombres tendrían éxito. Las labores eran grupales, incluyendo la recolección de frutos (quizás eso explique su atracción por las compras), la fabricación de vestidos (quizás eso explique su interés por la moda) y la educación de los niños (quizás eso explique por qué no confían mucho en nosotros para cuidarlos). Imagino largas conversaciones nocturnas alrededor de una fogata, compartiendo sueños y temores, mientras se daban aliento y consuelo. Ellas no buscaban una solución a sus problemas, solo deseaban animarse y compartir su sentir; hablar y ser escuchadas…
¿Te imaginas que, al salir ellas gozosas y emocionadas a recibir a sus hombres que regresaban, éstos ignoraran toda la angustia de su soledad, los sucesos que acontecieron (quizás algún conflicto entre ellas), las últimas hazañas de sus hijos así como los atavíos que para ellos estaban usando? Después de todo “ellos hacen la parte dura…” Si, quizás el hombre hacía el esfuerzo físico pero ¿qué hay del esfuerzo continuo de educar espiritual, intelectual, emocional, física y socialmente a los hijos? Creo que es mucho más fácil salir a trabajar que convertir nuestra casa en hogar (además de que muchas mujeres también trabajan fuera de casa). Podemos ser tan egoístas que ni siquiera nos percatemos de sus necesidades, atrincherados en el viejo paradigma de que “nadie las entiende” pero, si observamos un poco más adentro y sin prejuicios, veremos la maravillosa bendición que significa tener una esposa. Ámala, protégela, exáltala; trátala de muchísima mejor manera que al resto de la humanidad porque solo ella es “carne de tu carne” Génesis 2:23 y anhela darte el mayor de los premios: ella misma.
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.” Efesios 5:28