¿De quién es tu esperanza?

“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza.” Salmos 62:5

David le habla a su propia alma (sentimientos, pensamientos y voluntad) y le instruye (se ordena a sí mismo) que únicamente repose (tenga paz, confíe, descanse) en Dios. El rey adoraba al Señor mientras entrenaba su propia actitud y se formaba en la Verdad. Ya sea que se encontrase en medio de la dificultad o del éxito, entre múltiples amenazas de muerte o con la profunda admiración de todo su pueblo, en la fría dureza de una cueva (huyendo de Saúl) o en la sobreabundante riqueza de su palacio, este hombre increíble no reposaba sobre sus valientes y leales guerreros, sobre sus lingotes de oro ni sobre sus muchas cualidades y sabiduría (1 Samuel 16:18), no, David entendía que su vida, al igual que la tuya y la mía, están en las manos del único Dios y que solo en Él podemos descansar, que solo Él es la fuente de nuestra esperanza; de hecho que Él, el autor de la fe (Hebreos 12:2), es el dueño de ella.

¿En quién reposa tu alma? ¿En tu status o cuenta bancaria? Y ¿de quién es tu esperanza? ¿De tu médico, tu empleador o negocio? No me malinterpretes, una jugosa cuenta bancaria, tus negocios y un excelente médico son grandes bendiciones; es bueno tenerlos y valorarlos pero, según David, no es bueno que reposes en ellos ni que pongas solo allí tu esperanza. Solo Dios debe ser tu reposo y tu esperanza. Sin Dios, tu cuenta bancaria y tu próspero negocio pueden causar solo disputas, y ese eminente médico puede convertirse en quien te sentencia a muerte porque desconoce la cura para tu mal. Pero con Dios, ese negocio y prosperidad son para traer Su Reino y bendecirte más, y esa enfermedad puede culminar en que Él sea exaltado cuando tú seas sanado. Esfuérzate, apóyate en otros, planifica y protégete, a ti y a los tuyos, pero reposa solamente en Dios, y que solo de Él sea tu esperanza…

“Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.» Salmos 127:1

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