Ensancha tu cauce
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” 3 Juan 1:2
Bíblicamente nuestra alma incluye: nuestros pensamientos (paradigmas, intelecto), nuestros sentimientos (buenos y malos) y nuestra voluntad (deseos). Si bien, este es el apóstol Juan escribiéndole a su querido discípulo Gayo, es una metáfora del amor de Dios por nosotros. Él quiere que seamos prosperados en todo (no solo en una o dos áreas aisladas) y que tengamos salud, “así como” prospera nuestra alma. Este “así como” significa en la medida de, de la misma manera que o según lo permita, tu alma.
Del mismo modo que un río no puede transportar más agua de la que cabe en su cauce porque si lo hace, se desborda, tú y yo tampoco podemos prosperar más allá de lo que “cabe” en nuestra alma. Si llega más dinero, más éxito o mayor poder de aquel para el que estamos listos (más del que podemos “transportar”), entonces nos desbordamos (en arrogancia, orgullo, desorden, vanagloria, etc.) con todas sus consecuencias. Así como el río nace en las alturas y riega toda la tierra, produciendo vida hasta fundirse con el mar, busca primero en las alturas la Presencia de Dios, Su Palabra para tu vida, Su bendición y complacencia, y entonces ve y riega la tierra, produciendo vida. No pidas más riquezas si lo que quieres hacer es una represa porque, en un estanque sin corriente, el agua se vuelve lodo y se pudre, no sirve para riego y los peces mueren. Pero si quieres prosperidad divina, integral, completa, pídele a Dios que ensanche el cauce de tu alma para que tengan sentido tu vida y todo aquello que de Él recibes. Pídele que te dé madurez para cultivar tu matrimonio, sabiduría para instruir a tus hijos, inteligencia para trabajar con excelencia, liderazgo para guiar tu ministerio, protección para los tuyos, gracia delante de tus superiores y discípulos, mayordomía para administrar tus recursos económicos, cualesquiera que sean y, sobre todas las cosas, pídele más de Su Presencia, más de Su amor en tu vida, más de Su revelación, de Su consejo, de Su amistad; solo así tendrás salud y un alma ensanchada para prosperar y hacer prosperar Su Reino en la tierra.
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55:10-11