Fructifica

“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho;…” Isaías 53:11

Luego de describir en detalle los múltiples sufrimientos que siglos después Jesús afrontaría (versos 3-11), el profeta hace un giro inesperado: deja de hablar de los tormentos del Señor y explica la razón de todo: tú, yo y toda la humanidad. Tratemos de captar la profundidad de esto: nosotros creemos que carecemos de valor pero somos la recompensa por la que Él apostó todo; nos sentimos inútiles pero Él no soportó vivir sin nosotros; nos creemos espinos y cardos pero Él nos considera Su fruto; lo imaginamos solemne pero Él nos llama hermanos (Juan 10:17); nos sentimos distantes pero Él nos llama amigos (Juan 15:14); venimos a Él con vergüenza pero Él nos recibe satisfecho. Jesús no es un mártir sino el más grande de los héroes y no te ama por tus aciertos sino por lo que eres, ¡Su mayor creación! ¿Acaso amas a tus hijos solamente cuando se portan bien o te obedecen? ¡Dios tampoco! ¿Esperó Jesús a conocer nuestro comportamiento antes de ir a la Cruz? ¡No! Se entregó mucho antes de que naciéramos. Quitémonos toda falsa identidad porque Él nos dio una nueva y única: la Suya, y nos hizo dignos. Salomón lo dice de otra forma: “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.” (Eclesiastés 9:7).

Jesucristo nos hizo coherederos de Su gracia (Romanos 8:17). Él no solo nos creó sino que luego, al nosotros abandonarlo, nos compró, nos justificó, pagó todo nuestros pasivos y nos devolvió nuestra identidad, nuestro valor intrínseco, real. Tú eres un tesoro especial para Dios (Éxodo 19:5). ¡Que nadie te engañe ni lesione tu autoestima! ¡Nunca más permitas que se distorsione tu auto imagen! Eres hijo del Altísimo. Siempre que algún niño simpatiza con mis hijos, automáticamente me cae bien. En eso nos parecemos a Dios porque Juan dice que “el que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1 Juan 2:23). Pues igualmente, cuando tú recibes a Cristo, ¿sabes lo que pasa? ¡El Padre te ve igual que a Jesús! Acércate a Él, recíbele en tu alma, sé tú el fruto de Su aflicción y hazlo estar satisfecho porque:

“hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” Lucas 15:10.

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: