Un espíritu diferente – parte 3

“Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.” Números 14:24

El impacto de “ir en pos de Dios,” de buscarlo, de querer conocerlo, obedecerlo y seguirlo, no termina con tu vida sino que se extiende hasta toda tu descendencia. Todo aquello por lo que te atrevas a soñar, a creer y si, a pelear, será también parte de tu legado para ellos. Si te atreves a entrar en la tierra que Dios te promete, si dejas que Él pelee y te guíe a pelear con tus gigantes, y arrebatas así tus bendiciones: “tu descendencia las tendrá en posesión.” Ellos no tendrán que pelear de nuevo tus batallas; aquello por lo que peleaste y venciste será tuyo, y de ellos. Tú lo recibes de Dios pero ellos lo reciben de ti; así funcionan las bendiciones generacionales bíblicas.

Acá leemos que la descendencia de Caleb recibiría en posesión su parte de la Tierra Prometida (el monte Hebrón, Josué 14:13), pero la clave del verso y de toda la narración es que él obtuvo todo eso por su carácter y fidelidad a Dios, por su espíritu diferente. De hecho, cuando Caleb pidió nuevamente y recibió Hebrón cuarenta años después, aún estaban allí los gigantes. Si quieres bendiciones para ti, para tu familia y tu descendencia, tendrás que pelear, tendrás que atreverte a entrar, para que Dios te meta en esa tierra, a ti y a los tuyos. No basta con desearlo y soñarlo, necesitas tener el espíritu de Caleb para atreverte. Cree y persiste, sueña los sueños de Dios y Él te meterá en Su bendición. ¡Levántate y pelea! Día a día, en todo tiempo porque, después de tu entrada, después de tus batallas y aflicciones, los tuyos entrarán en paz. Esa fue la razón por la cual Caleb, a los ochenta y cinco años de edad esperaba aún el cumplimiento de su promesa, dispuesto a pelear para tomar lo que Dios le había prometido a él y que heredarían sus hijos. Por eso le dijo a Josué quien repartía las tierras a las doce tribus de Israel:

“Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho.” Josué 14:12

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