La intercesión que abre los cielos (y techos) – parte 1
“Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.” Marcos 2:4
Jesús predicaba en su casa en Capernaum y “se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta” (verso 2), pero cuatro hombres que le traían cargado a un paralítico y no lograban llegar hasta Él, no se rindieron sino que idearon un método más drástico: abrir un hoyo en el techo de la casa del Maestro y bajar por allí al enfermo, dándonos una hermosa lección de lo que significa una firme intercesión por aquellos que están en necesidad: ellos abrieron los cielos (el techo) para poner en contacto a su amigo enfermo con Aquel en quien habita la Plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9). La respuesta no se hizo esperar: “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.” Dios había aceptado su intercesión y atendido su pedido; el paralítico fue perdonado y sanado de una vez, gracias a la fe de los que lo trajeron (aunque le destruyeron a Jesús parte de su casa).
Si quieres conocer verdaderamente el poder de Dios, te invito a comenzar a orar por otros, a interceder por aquellos que no Lo conocen ni Le buscan. ¡Es tan difícil vivir sin esperanza, hay tanta necesidad de Dios y muchos ni siquiera se percatan de ello! Ora por aquellos que te critican, juzgan y maldicen (Mateo 5:44) y, si quieres incrementar tu intimidad con Él, no les cuentes a aquellos por los que oras sino que sea un secreto entre Papá y tú, así estarás también protegido contra toda forma de orgullo espiritual. Solo necesitas persistir y persistir, hasta abrir los techos, hasta que veas el bien de Dios manifestarse, pero esto no debes hacerlo en tus propias fuerzas sino en las del único Dios. Tu trabajo consiste en elevar la necesidad de esa persona hasta Aquel que todo lo puede, y persistir hasta que Él te dé una respuesta. Dios te escuchará y se deleitará en ti. El mundo está tan necesitado de intercesores y son muy pocos los que tienen el corazón correctamente dispuesto:
“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” Ezequiel 22:30