La razón detrás de los Mandamientos
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” Deuteronomio 5:6
Justo antes de entregarle los Mandamientos al pueblo de Israel, Dios les recuerda que fue Él quien los sacó de la tierra de Egipto, donde eran esclavos, pero no lo hace para jactarse sino para que 1) confíen en Él y 2) ejerzan su libertad. Los mandamientos son para los libres, no para los esclavos. Si no disciplinas a tus hijos con instrucciones y límites, los esclavizas; si los corriges apropiadamente y los educas, los libertas. En esclavitud, las instrucciones son para beneficio del amo pero en libertad, los mandamientos son para beneficio de quien los cumple. Dios nos recuerda, justo antes de instruirnos con Sus principios básicos de vida, que Él es nuestro Dios (nuestra fuente, nuestro Salvador, o sea que nos pertenece al igual que nosotros a Él) y que solo Él nos liberta verdaderamente (Juan 8:31-32), sea cual sea nuestro Egipto.
Cuando nos volvemos críticos de otros y juzgamos sus conductas, ya sea con la Biblia o con nuestra propia moral, exigiéndoles que cumplan deberes y roles, olvidamos que están atados y esclavizados en sus vidas actuales y que solo aquel que es libre puede ser verdaderamente instruido. ¿Cómo decirle a un esclavo que santifique el día de reposo o que honre a sus padres, si no es dueño de su tiempo ni tiene sueños? ¿Cómo decirle a un adicto, a alguien lleno de miedos o a quien está atado a la pornografía que se respete más a si mismo o misma, si ni siquiera sabe quien es? Recuerdo a alguien muy querido a quien, antes de conocer yo a Cristo, juzgué y critiqué frontalmente. Hoy me doy cuenta de que toda esa energía, todas esas horas gastadas en sermonear y toda mi arrogancia vaciada sobre esa persona, no hicieron absolutamente nada bueno sobre esa vida. Un sencillo abrazo lleno de sincero amor hubiera producido mucho más, en un instante. Esa persona necesitaba Gracia y yo solo tenía mi verdad. Cada palabra mía solo le hundió más dentro del remolino de su baja auto estima. Tengamos cuidado porque no es lo mismo corregir al esclavo que al libre:
“Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8:35-36