La fe en acción, el ejemplo de Elías
“Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. ” 1 Reyes 18:21
Elías era el único profeta de Jehová que quedaba mientras que el titubeante rey Acab había reunido a cuatrocientos cincuenta que servían a Baal junto a otros cuatrocientos que adoraban a Asera (versos 19 y 21), todos ellos contendores satanistas que buscaban atemorizarlo. Pero a pesar del riesgo real sobre su vida, Elías desafió a todos a través de una pregunta vigente aún hoy: “¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos?” Nuestra mente vive en batalla hasta que la fe se establece mediante una sólida relación con Dios. Muchos buscan ejercer fe en la Palabra como una disciplina mental pero por eso “claudican,” no perseveran, porque actúan en sus fuerzas y en su voluntad de creer las Escrituras.
Pero este proceso de confianza se parece más al niño que, gracias a su interacción diaria con su buen papá, va descubriendo su amor y sabiduría, su fidelidad y fuerza; de papá y propia, por lo que pronto aprende a confiar en él y en sí mismo. El niño entiende que papá lo ama y se deleita en él, y que hará siempre lo que sea mejor para su hijo. Él sabe que papá sabe, que cumple lo que promete y que no se olvida, y que cuando una amenaza se aproxima, papá protege. Es un proceso natural que no se logra con promesas de obediencia sino con la convivencia. Un matrimonio no se forja en la fiesta de bodas ni cuando compra su primera casa sino en el diario vivir, al conocerse, intimar, entre risas y lágrimas, entre éxitos y fracasos, en salud y enfermedad. No le pidas ni le prometas tanto a Dios sino pasa más tiempo con él; conócelo, escúchalo, imítalo. Él puede librarte de todas tus dificultades pero lo que más anhela es tu amistad. Elías conocía a Aquel en quien confiaba, por eso después que la multitud de profetas fracasó en su clamor, se atrevió a orar: “Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos” (verso 37) y la respuesta no se hizo esperar:
“Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” 1 Reyes 18:38-39