Hijo de Dios versus creación de Dios
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Romanos 8:14
En el mundo natural, tú puedes ignorar e incluso detestar a tu padre y seguirte llamando su hijo, pero no es así en el mundo espiritual. De hecho, la decisión de ser o no llamados hijos de Dios, no descansa en nosotros sino en Él. Después de todo, es el padre quien reconoce al hijo y no al revés; y un hijo no adopta al padre sino viceversa. Es una catástrofe que la humanidad confunda el ser creado por Dios con ser Su hijo, del mismo modo que confunde el respetar un código moral (religión) con tener una relación con el Espíritu de Dios. Ambas son cosas muy diferentes…
Tu moral nunca te va a hacer digno de Dios ni te va a llevar al Cielo. Por eso Salomón escribió: “Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones.” (Proverbios 21:2) Lo que te hace hijo de Dios no es tu propia justicia ni compararte con los que consideras menos espirituales sino el “ser guiado por el Espíritu de Dios,” porque solamente “éstos son hijos de Dios.” Constantemente escucho frases como “yo tengo a mi propio dios” o “yo me relaciono con Él a mi manera,” pero lo cierto es que solo nos podemos relacionar con Dios a Su manera, no a la nuestra. ¡Él es el Señor, no nosotros! Solo nuestra ignorancia unida a nuestra arrogancia osa pretender que nosotros definamos y sustentemos esa relación. ¿Es acaso el bebé quien decide como ser tratado? ¿Es acaso el niño quien escoge como ser disciplinado? Muchos de nosotros jugamos a ser como ese adolescente rebelde que sueña con dominar, con ser el que decide, el que controla, pero solo somos como el niño travieso que grita en la tienda para presionar a mamá para que le compre un juguete… Afortunadamente Dios no es manipulable. En Juan 15:14 Jesús dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” En este contexto “guardar Sus mandamientos” significar atesorar, apreciar, valorar Sus enseñanzas, Sus consejos, Su Gracia. Bíblicamente solo aquel que atesora el consejo de Su Padre es digno de llamarse Su hijo. No te demores más, búscalo de corazón:
“porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.” 2 Corintios 10:18