Padres e hijos – parte 1
“Él [Elías] hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” Malaquías 4:6
Este verso es la última cita del Antiguo Testamento y me impresiona leer que no anuncia la venida de Jesucristo ni el fin el mundo, sino el regreso de los corazones de los padres a los hijos y viceversa. ¿Por qué es tan importante esto como para concluir el AT y que el mismo profeta Elías regrese (ver Mateo 11:14) para procurarlo? Bueno, si Dios quiere que tu corazón vuelva es porque antes ha partido, así que es posible que tu corazón de padre esté lejos del de tus hijos, y quizás no lo hayas notado. ¿Cómo está tu corazón con respecto a ellos? ¿Has entendido que ellos son “…herencia de Jehová…; Cosa de estima el fruto del vientre?” (Salmos 127:3) Una herencia es una bendición, algo que valoramos, defendemos y protegemos porque nos da gozo, “cosa de estima;” pero para muchos, los hijos solo representan un obstáculo para la libertad, un “accidente,” una carga económica, algo que los distrae de sus planes. ¡Qué gran error subestimar esa preciosa vida!
La segunda parte del verso advierte que si esos corazones no “vuelven,” la tierra será herida con maldición. Si tu corazón “partió” del de tu hijo ya sea porque falló, no es agradecido o cometió una falta grave, o fuiste tú quien se apartó por tus ocupaciones, insensibilidad u otros problemas, es imperativo que vuelvas, que te acerques, perdones y te reconcilies, o tus generaciones serán malditas. Todos fallamos y causamos heridas así que es necesario que apartes el orgullo y tengas el coraje de acercarte para restaurar la relación. Esta cita menciona primero a los padres (más maduros y menos rebeldes) para que iniciemos el proceso pero si tu eres hijo, y sabes que tu corazón está apartado, regresa hoy mismo, ahora mismo, no lo dejes para después. El enemigo está atacando a las familias, creando brechas generacionales ficticias y propiciando el irrespeto, la deshonra y el resentimiento. No te dejes engañar, deshazte de toda falta de perdón y conflicto, no sigas transportando ese saco inmundo adonde quiera que vayas. ¡Se libre! No maldigas a tus generaciones por orgullo ni prepotencia. Trae tu corazón de regreso a casa.
“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” Lucas 15:20