Padres e hijos – Reconciliación

“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” Lucas 15:20

El primer elemento para impulsar a nuestros hijos es la Instrucción. Ellos deben ser entrenados, por lo que debemos tomarnos el tiempo de explicarles, y nuestra vida debe ser un ejemplo que ellos puedan y quieran imitar. (1 Corintios 11:1) El siguiente paso es Definir Límites para protegerlos del peligro, de los excesos, del mundo y de si mismos (1 Timoteo 4:16). El tercer paso es la Corrección que debe ser apropiada a la edad y, no tan leve que no le motive a cambiar ni tan fuerte que dañe su autoestima. El último paso es la Reconciliación.

En la parábola del hijo pródigo Jesús nos enseña como es Su amor, y como debemos imitarlo. Cuando el hijo que desperdició la herencia de muchos años de trabajo de su padre, regresó arrepentido a pedirle que le diera el trabajo de jornalero, el padre “corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” No le dijo: “así te quería ver, muchacho malagradecido que no te importó abandonarnos a mí y a tu hermano,” ni le dijo tampoco: “después de tanto que trabajé para ahorrar ese dinero, seguro lo despilfarraste.” No. Este hombre hizo lo que hace Dios, una fiesta porque uno más de sus hijos regresó a casa. De hecho, estaba esperándolo porque lo vio “cuando aún estaba lejos.” Además le dio un vestido (nueva identidad) que le había comprado aguardando su regreso, porque el joven se lo había llevado todo (verso 14); unas sandalias porque los esclavos andaban descalzos y un anillo, símbolo de su nuevo pacto. Cuando tu hijo se arrepienta de sus errores, abrázalo y bésalo, perdónalo completamente y asegúrate que él sepa que está totalmente perdonado. No guardes resentimiento ni le lleves la contabilidad de lo que su error significó. Reconcíliate con él. Y si sabes que está arrepentido pero no viene a ti por pena o un poco de orgullo, ve tú a él, míralo a los ojos, pon tus manos sobre sus hombros y hazle saber cuan feliz eres de ser su padre. No dejes que las pequeñeces ni el orgullo de ninguno, te separe del amor de tus hijos. No hagas nada que retenga tu corazón o el de él o ella, de volver:

“E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” Lucas 1:17

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