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“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” Juan 6:37

Millones de personas continúan demorando su reconciliación con Dios debido a que se sienten indignos de Él, y están convencidos de que su infructuoso pasado determinará su futuro; que no pueden dejar de comportarse como siempre lo han hecho  e incluso que cambiar ciertas costumbres o ser libres de adicciones y vicios, les borraría su esencia y personalidad. Me impresiona cuanta gente afirma que lo importa es lo que se ha vivido porque lo “bailao” no nos lo quita nadie, para más tarde descubrir que sus esfuerzos de años no le han traído la satisfacción que esperaban, que llevan una vida sin sentido, de fachada. Muchos descubren diariamente que aquello que despreciaron y abandonaron por algo supuestamente mejor era, de hecho, mucho mejor que lo que ahora tienen… ¿Por qué tanta confusión y por qué es tan difícil vivir una vida realmente plena? Porque necesitamos a cada minuto de nuestro Creador. No somos independientes ni mucho menos autosuficientes, somos interdependientes y, separados de Dios, nada podemos hacer (Juan 15:5).

El tiempo no se puede retroceder pero las heridas se pueden sanar, los vacíos aún se pueden llenar y las relaciones se pueden restaurar. Sea que nos queden décadas de vida o solo días o aún horas, vale la pena enderezar el rumbo porque aún queda más por vivir. No podemos cambiar los errores del pasado pero si las acciones del presente para comenzar, ahora mismo, un futuro mejor. Regresemos a Dios, no a una religión. No busquemos ganarnos la aprobación del Padre a través de una mejor conducta porque buscar a Dios en un código moral es como saciar el hambre leyendo un libro de dietas. Acá Jesús está diciendo claramente dos cosas: 1) El hambre espiritual que sientes no es algo que viene de ti sino que es el mismo Dios (Padre) llamándote, atrayéndote hacia Él, y 2) no importa tu pasado, historia, errores, debilidades, Él te recibe, sin excepción. No existe un error tan grande que Él no borre si sinceramente Le buscas. La Palabra que la Biblia traduce como arrepentimiento significa literalmente “cambiar de rumbo para no perder el premio.” Dios en Su misericordia mantiene las puertas de Su corazón abiertas para ti. Abre las tuyas para Él. No demores más la decisión más trascendente de tu vida. Deja de jugar con fuego y regresa a tu Creador. 

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20

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