Solo el que quiera hacer Su voluntad…
“El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.” Juan 7:17
Jesús está cercano a celebrar Su última pascua como hombre en esta tierra y hay una gran división: unos lo siguen como el Mesías mientras muchos otros le rechazan y acusan. ¿Cómo es posible que personas del mismo pueblo y los mismos valores tengan una opinión tan opuesta del Señor? Jesús nos da la clave en este verso: Solo aquel que quiere hacer la voluntad de Dios puede conocer (entender, recibir revelación) de que Jesús es enviado por Dios. Las personas que no quieren hacer la voluntad de Dios simplemente no pueden conocerle. ¿Te indignas a veces y discutes con aquellos que dicen que Jesús y María Magdalena eran amantes, que tuvo un hijo o incluso que era homosexual? ¿O con aquellos otros que lo consideran igual a Buda, Sai Baba y Krishna, o que dicen que era solo un ángel, un extraterrestre o un profeta? ¿Eres de los que se enfrascan en largas discusiones argumentando a favor del Señor, con celo por su Nombre? Bueno, la realidad es que muchas personas rechazan a Jesucristo hoy día y nuestra insistencia, discusiones y argumentos no las van a cambiar; quizás, por el contrario, les hagan aferrarse más a su incredulidad al ver nuestra obstinación. ¿Por qué? Porque éstas personas no están interesadas en conocer (entender, recibir revelación) de la voluntad de Dios.
A veces hago preguntas simples como por ejemplo, si venimos de la evolución del mono, ¿por qué todavía existen los monos? ó, si Jesús era un profeta o un ángel pero no el Hijo de Dios, ¿por qué afirmó serlo? ¿Mentiría un profeta o un ángel? Y las respuestas son tan rebuscadas que pienso que se necesita mucho más fe para creerlas que para creer en la creación o en Jesús. Entonces recuerdo este verso. Si la persona solo tiene una curiosidad personal, un deseo teórico de saber de Dios (pero no de conocerlo) o un interés más bien “mágico” en que Dios le proteja o le bendiga, entonces prefiero invertir mi tiempo orando a solas por esa persona, pidiéndole a Dios que abra sus ojos:
“en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” 2 Corintios 4:4