Un cambio de rumbo

“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Mateo 3:2

Juan el Bautista, pariente de Jesús, comenzó su misión personal de anunciar la venida del Mesías con un mensaje tan simple como poderoso: Arrepiéntete porque el reino de los cielos se ha acercado. Desafortunadamente la palabra arrepentimiento ha perdido valor en una sociedad que exalta al individualismo, la arrogancia y la autosuficiencia. Canciones como “A mi manera” y “El rey” nos incitan a creer que somos los dueños de nuestro destino y que “los que saben vivir” toman lo bueno con lo malo, asumen las consecuencias de sus errores y por supuesto, “no tienen nada de que arrepentirse.” Por otro lado la religión, con su foco en lo moral y en nuestra justicia nos ha enseñado a compararnos con otros de modo que muchos creen que el arrepentimiento es para aquellos que han cometido horrorosos crímenes, o una reflexión reservada para el lecho de muerte, como si supiéramos cuando vamos a morir…

Pero ¿no es maravillosa esta cita? “El reino de los cielos se ha acercado.” Eso significa que estaba lejos pero Jesús abrió la Puerta y mostró el Camino, de modo que Él no vino a decirnos cual es el camino a Su reino sino que de una vez se lo trajo, en Si mismo. Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y quiere que vivamos bajo los principios, el orden y la autoridad de Su reino. La palabra arrepentimiento (metanoéo en griego) simplemente significa pensar diferente, reconsiderar, y está asociada con cambiar de rumbo, corregir la ruta. Entonces, el Evangelio de Jesucristo se resume en que cada uno de nosotros corrija su rumbo, dejando de vivir bajo su propia altivez, y lo busque a Él. Muchos opinan, basados en su propia sabiduría, que no necesitamos de Dios y que Él está con nosotros aun cuando vivamos “a nuestra manera,” pero acá vemos que es imposible porque se requiere arrepentimiento, cambiar de rumbo. Tú no llegas al norte caminando hacia el sur ni esperas llegar a tu casa cuando manejas hacia tu trabajo. Dios está al alcance de todos y cada uno de nosotros pero es necesario revisarnos sinceramente y enderezar nuestro caminar. Por eso “…cuando Jesús oyó que Juan estaba preso” (Mateo 4:12), Él mismo Señor comenzó a predicar y ¿sabes qué decía? Pues léelo tú mismo:

“Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Mateo 4:17

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