Andando sabiamente
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Efesios 5:15-16
Algunas personas invierten gran cantidad de tiempo, dinero y esfuerzo para vestirse continuamente de una manera impecable. No solo combinan colores sino texturas y estilo y, antes de salir a la calle, toman suficiente tiempo delante del espejo asegurándose de que todo está perfectamente alineado. Maquillajes, zarcillos y pulseras ya no son de uso exclusivamente femenino. Otros en cambio, toman lo primero que salga del clóset y son como cajas fuertes: solo ellos conocen la combinación. ¿Te imaginas lo que pasaría si tomaras un tiempo similar, a diario, antes de salir de casa para asegurarte de que tu alma está impecable? Tomar unos minutos a solas para revisar que no haya falta de perdón ni sentimientos de culpa en tu corazón. Respirar profundo y hacerte consciente de que eres creación de Dios, que Él te ama y mora dentro de ti, ocupando todo tu ser de modo que no queda espacio para la arrogancia, envidia, malicia ni amargura. Sonreír y renunciar a ser víctima y a toda forma de autocompasión, para finalmente enfocarte en ser el mejor tú que puedas ser hoy, no solo con tus sentimientos sino también con acciones, decisiones y palabras…
Pablo nos instruye a mirar con diligencia, atenta y activamente “como andamos.” No se trata de culpabilidad ni perfeccionismo sino de observar el estado de tu alma. Solo así puede Dios señorear en tu vida en medio de los retos y dificultades diarios. Nunca ha habido tantos distractores como hoy, protégete, vive “no como necio sino como sabio, aprovechando bien el tiempo.» De modo que perder el tiempo es necedad y aprovecharlo, sabiduría. La situación en el Medio Oriente se agudiza y las religiones y poderes políticos se levantan unos contra otros. Los terremotos, huracanes e inundaciones se multiplican. La perversión cabalga y como está escrito “…por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” (Mateo 24:12) Sin duda «los días son malos» y mientras tanto, tú y yo andamos distraídos con lo banal, lo irrelevante y superficial, renunciando a nuestra trascendencia y a la gloria que Jesucristo compró con Su sangre.
“Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.”Efesios 5:14