Él solo anhela lo mejor para ti: Vida.

“Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” Ezequiel 33:11

Para muchos el Dios del Antiguo Testamento es castigador, un padre rudo y legalista que vive acechando a sus hijos para corregirlos duramente al cometer el menor error, pero acá podemos ver que Dios es el mismo en el Antiguo y Nuevo Testamento, y que Su amor antes de Cristo era igualmente inmenso; por eso nos envió al Hijo. Cuando Él dice “vivo yo” nos está reforzando la sinceridad de Su corazón, nos muestra Su ternura como diciéndonos “créanme, no los engaño, tienen mi promesa.” Él no miente y por lo tanto no necesita validar Sus Palabras pero usa este lenguaje para incrementar nuestra confianza en Él. Dios no desea la muerte de los pecadores (todos nosotros) sino su arrepentimiento.

En un acto de infinita humildad, Dios se lamenta por aquellos que Lo rechazan  y Le abre Su corazón afligido al profeta, diciéndole a Ezequiel algo como: “explícales que no quiero que vengan para maltratarlos ni dañarlos sino que anhelo que se arrepientan para que vivan.” No sé por cuáles circunstancias has pasado ni cuan profundo has caído mientras has caminado en tus rebeliones. No sé si tus errores son “tan rojos como la grana” pero, si vienes a Cristo, serán “emblanquecidos como la nieve” (Isaías 1:18). El mundo está cada día más enfermo y débil. Urge cambiar de rumbo y buscar a Dios, pero hay algo algún más apremiante: Entender que Dios ya nos ama infinitamente, y que nos amó desde antes de que naciéramos. Él anhela que volteemos a Él para que vivamos. Si tú has cedido terreno al enemigo, otorgándole al diablo autoridad legal sobre algún área de tu vida, no importa cuánto te esfuerces, seguirás atrapado hasta que se la entregues al Señor. Dios no te condena, Él vino para darte vida, y vida en abundancia (Juan 10:10). Él quiere destruir la obra que satanás ha construido en ti pero solo puede hacerlo si tú lo invitas y lo dejas obrar. No te confíes en tus buenas acciones…

“Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.” Ezequiel 3:12

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