No te despegues…
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano [rama] no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid [tronco], así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.” Juan 15:4
Jesús usa imágenes claras de nuestro mundo visible para que comparemos y comprendamos lo que sucede en lo invisible: Él es el tronco, nosotros Sus ramas. El tronco no nace de las ramas sino que las ramas nacen en el tronco. Sin tronco no hay ramas. Las ramas dependen del tronco y no pueden vivir sin él. Solo la rama que permanece conectada al tronco se mantiene viva, florece y da fruto. A veces cortamos una pequeña rama con una flor y la ponemos en un envase con agua, con la esperanza de que permanezca hermosa pero, aunque ella absorba el precioso liquido, no dará fruto sino que se secará por la ausencia del tronco. No importa cuanto se esfuerce y afane por vivir por si sola, morirá; y aunque luzca saludable por fuera, perecerá, porque la sequedad comienza por dentro.
Muchos viven separados de Dios (el tronco) y aun así parecen nutridos. Producen flores más o menos radiantes pero no verdadero fruto. La poca agua absorbida por las ramas sin tronco parece alimentarlos pero es insuficiente, y como la flor cortada, comienzan a secarse por dentro. Por eso buscan desesperadamente otras fuentes como el dinero y su vanagloria, o el poder, con su ilusión de que nunca se marchitarán. Coleccionan multitud de objetos brillantes, flores plásticas. A falta de abejas y mariposas procuran moscas, y huyen del viento, la lluvia y el sol. Se entregan al libertinaje exprimiendo la poca savia, olvidando que ésta solo viene a través del tronco. Fiestas, drogas, alcohol, pastillas para dormir, pastillas para despertar, pura savia artificial, como quien se pone colirio y pretende haber llorado. La separación del tronco causa en la rama la ilusión de independencia, hasta que ésta se percata de que el viento que la estremecía, ahora la arrastra, sin rumbo… Nada puede sustituir al tronco. Nadie permanece separado de Él. Sin Dios, la vida es solo una ilusión. Separados de Él nada podemos hacer. No caigas en la trampa. Solo injertando de nuevo la rama en su tronco será posible salvarla. Injértate en Jesucristo, en nadie más…
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5