La justicia de Dios y la nuestra
“Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.” Romanos 4:3
Nuestra justicia dista mucho de la justicia de Dios. Por eso Proverbios dice que “todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los espíritus” (16:2). Cuando alguien nos trata mal decimos que es injusto, al igual que cuando no nos remuneran como esperamos. En Mateo Jesús narra la historia de un hombre que contrató a varios jornaleros desde temprano en la mañana y convino en pagarle un denario a cada uno, como era la costumbre. Pero luego regresó y contrató a otros a las 9:00 am, y a otros a las 12:00, y a las 3:00pm, y aún a las 5:00pm, acordando con ellos que les daría “lo que sea justo” (Verso 4). A las 6:00pm comenzó a pagar empezando por los últimos y les dio a estos un denario, de modo que los primeros pensaron que les daría más a ellos, pero no fue así sino que les pagó igual a todos, ejemplo de la gracia de Jesús que da Su Gracia por igual a los últimos como a los primeros. Cuando estos se enojaron y comenzaron a murmurar, le dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?…” (Mateo 20:13-15). Dios sobreabunda en Gracia…
Pero también debemos ejercer fe en Dios para alcanzar aquellas cosas realmente valiosas. Abraham era un hombre justo pero no porque sus juicios fueran siempre correctos sino porque su fe en Dios era a prueba de balas. Cuando unos hombres le preguntaron a Jesús que debían hacer para hacer la obra de Dios, Él les respondió que la obra de Dios es creer en Jesucristo (Juan 6:28-29). Solo creyéndole a Dios podemos hacer Su obra, de otro modo solo hacemos la nuestra. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6a) de modo que ¿cómo podríamos ser justificados sin agradarle? Pero cuando te atreves a ir por más, a soñar en grande esos sueños que Él puso en ti para Su gloria, no para la tuya, Él se deleita y tienes Su apoyo, y Él te prospera en todo lo que hagas. Solo ejerciendo fe, poniéndola en acción, somos justificados. Busca primero Su guía y luego atrévete, no retrocedas:
“Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.” Hebreos 10:38