Gracias Gladys, gracias Manuel
Hace unos meses hice un curso de finanzas personales en la iglesia a la que asistimos en Nueva Jersey y después de tantos años de estudio y experiencia laboral en esa área, aprendí que Manuel mi papá, que solo pudo estudiar hasta segundo grado de primaria, sabía manejar sus recursos mucho mejor que yo. Era tan perseverante. Cuando nos mudamos a la casa que construyeron en Caracas, lo hicimos sin vidrios en las ventanas y láminas de zinc en vez de muro posterior porque él no iba a endeudarse más allá de su capacidad; y unos meses después de comprar su flamante Opel Record (toda una nave) le pregunté a mi mamá porque no escogieron mejor un Chevy Nova que era más deportivo y valía solo un poquito más, y ella me dijo que la diferencia de cien bolívares (unos veintitrés dólares en esa época), era mucha. Manuel me enseñó a perseverar, a entender que hay tiempos buenos y tiempos difíciles pero que en ambos hay que avanzar. Mi papá quería que yo fuera sacerdote y aunque no soy católico como lo era él, creo que Dios le cumplió su deseo. Como a la mayoría de hombres de esa increíble generación, le resultaba difícil besarme o abrazarme (no sea que eso afectara mi naciente masculinidad), pero él lo resolvía con un poco de boxeo diario, apretándome la mano al saludarme o haciendo pulso, pero solo quería tocarme ¡cómo quisiera poder abrazarte papá!
Por su parte Gladys, mi mamá, era el amor en persona. Ninguno de los sufrimientos ni descuidos que sufrió en su niñez lograron endurecer su corazón; al contrario, ella fue un agente de cambio generacional, asegurándose de repartir abundantemente a sus hijos el amor que sus padres no pudieron manifestarle. Ella trabajó vendiendo productos Avon, haciendo transporte a mis amigos del vecindario, y haciendo presupuestos de limpieza en Fuller. Cuando no conocía la zona adonde tenía que visitar al cliente llamaba a mi tío Alejandro quien le consiguió ese trabajo para que le explicara o mejor aún, para que él hiciera la visita. Pero cuando no se podía, asustada y todo (y estresada por temor a medir mal los muebles a lavar), salía adelante. Siempre optimista y alegre, le gustaba mucho bailar y no había mejor oyente que ella. A diario intercambiaba roles de consejera telefónica con mi amada tía Bélgica. Tenía un don natural para hacer empatía con toda clase de personas, y era como la tía de todos mis amigos. Una cascada de amor y protección…
Mis padres fueron unos guerreros de la vida y hoy quiero recordarlos con profundo amor y agradecimiento. Ellos dieron todo lo que tuvieron para sacarnos adelante, no solo a sus hijos sino a también a otros. Ellos vivieron dificultades que yo nunca he conocido y les doy gracias porque Dios es generacional y, si los padres hacen las cosas bien, los hijos no repetirán sus problemas.
Ahora puedo ver claramente en mis hijos el reflejo de virtudes y cualidades de mis padres y suegros. Para mi esa es la verdadera prosperidad: ¡que nuestros hijos nos superen, mientras persiguen y alcanzan sueños mayores!
Bueno, no todo era perfecto, claro que tenían defectos y cometieron errores pero hoy elijo enfocarme en sus virtudes, hoy decido honrar a mis padres y bendecir a mis hijos con lo bueno que recibí de ellos. No es el día del padre ni de la madre, pero es un buen momento para exaltar a aquellos de quienes provenimos; aquellos a quienes tantas veces juzgamos con tan poco entendimiento de sus realidades, sufrimientos y dificultades. Hoy te invito a usar estas redes sociales para que, independientemente de los errores que tus padres hayan cometido contigo, tomes un minuto y nos compartas sus cualidades. Encuentra al menos una y compártela, te va a hacer bien. Hagamos juntos una campaña para devolverle la honra a esa generación de valientes que perseveraron en tiempos tan difíciles con un solo motor impulsándolos: su amor por ti y por mí. Y si tienes la bendición de tener aún vivo a uno o ambos padres, te invito a que ahora mismo actúes: invéntate algo, ve ahora mismo y sácales una sonrisa a esos viejos…
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” Éxodo 20:12
Querido Eduardo: De nuevo te agradezco y bendigo tu sensibilidad para escribir, y ese don que EL SEOR te ha dado para edificar vidas y transmitir la palabra de DIOS de una manera tan especial. Que DIOS te bendiga y siga usando de esa manera tan especial. Un abrazo para ti, Marbe, y tus bellisimos hijos. Richard y Claudia. Date: Sun, 10 Feb 2013 02:19:53 +0000 To: rivall@hotmail.es
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