¿Tus retos provienen del pasado… o del futuro?
“El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma.” Salmos 138:3
Una vez escuché de una tribu indígena en la que cuando una mujer daba a luz gemelos, era castigada como adúltera porque se creía que cada bebé provenía de un padre diferente. Ellos, al igual que nosotros, tenían una intensa necesidad de conectar los efectos con las causas para poder sentirse en control. ¿Cuántas veces narramos detalladamente todas las razones climáticas y ambientales que nos causaron un simple resfriado? Necesitamos conectar la consecuencia con su causa para tratar de comprender el mundo y anticiparnos, de modo que no volvamos a sufrir lo mismo. De esa forma disminuimos en la medida de lo posible uno de nuestros mayores temores: la incertidumbre.
Pero ¿qué tal si esa circunstancia no proviene de una causa en el pasado sino de una oportunidad en el futuro? ¿Qué tal si esa prueba que parece tan amenazante solo ocurre para desarrollar nuestro carácter, de modo que cumplamos nuestro destino? A lo largo de la Biblia vemos como cada hombre y mujer a quienes Dios usó con poder, confrontaron retos que no eran castigos por sus errores sino trampolines para desarrollar al máximo su potencial. David enfrentó grandes pruebas (como por ejemplo Goliat), alcanzando fama, riqueza e influencia, y acá podemos ver una de las causas de sus grandes logros: cuando clamaba a Dios por ayuda, Dios no lo sacaba del problema sino que lo “fortalecía con vigor en su alma.” ¿Para qué? Para que avanzara por más. ¿Dónde se desarrolla el guerrero? En la batalla. Moisés se hizo manso a través de años en el desierto; solo así podría guiar a un pueblo de esclavos a la libertad. Abraham debió dejar lo conocido (su tierra y su parentela) para cumplir su propósito patriarcal. Jesús estuvo cuarenta días sin comer ni beber en el desierto antes de ser investido con poder, y hubo de beber la copa de la Cruz para luego resucitar. Dios no juega al azar lanzando dados para decidir el futuro de Sus hijos. Cada reto que afrontamos tiene una razón y un fin. Cuando Dios te saque de tu zona de confort, no te quejes acerca del lugar de donde te sacó sino está atento adonde te llevará.
“Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” Juan 11:4