Los negocios del Padre – parte 1

“Entonces él [Jesús de 12 años] les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:49

Esa fue la respuesta de Jesús cuando era aún pre-adolescente. Este pequeño había encarnado como hombre pero venía de los Cielos, y estuvo allí cuando la tierra fue creada; y cuando el Padre sopló aliento de vida sobre un cuerpo inerte. Él sabía mejor que nadie que todo sucede en dos reinos paralelos interconectados mediante nuestra alma; que el mundo natural está sujeto al espiritual, y que lo que sucede en la tierra tiene relación con lo que pasa en los Cielos. Lo visible influenciado por lo invisible. Eso que todos intuimos, Él lo sabía con certeza. Por eso Jesús ora tanto, porque conoce al Padre. Tú y yo debemos aprender a orar con esa misma convicción. Sin embargo en este pasaje Jesús no oraba sino que estaba “…sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.” (Versos 46-47). Jesús vino a anunciarnos Su Reino. A mostrarnos con Su propio ejemplo, que los Cielos son reales y que es posible vivir en la tierra bajo Sus principios. Él tenía esa misión y no le preocupaban las críticas porque Su prioridad eran los negocios del Padre, a quien obedecía en todo.

¿Qué te levanta de tu cama cada mañana, los negocios del Padre o tus intereses? Él conoce todas tus necesidades antes de que se las pidas (Mateo 6:8) así que preocúpate menos por ti y más por Él. Es necesario. Hoy, en tu trabajo, en cada asunto del día a día, recuerda que no estás acá para pasar el tiempo ni por un cheque mensual; no fuiste creado para acumular y jubilarte a cierta edad. Estás aquí para ocuparte diligentemente de los negocios de tu Padre. Él cuenta contigo. Represéntalo bien porque después de todo, su negocio consiste en recuperar tu alma y la mía, junto a las de toda la humanidad. Por eso entregó a Su Hijo quien es el vivo ejemplo de esa conexión, de que lo que atas en la tierra es atado en los cielos (Mateo 18:18) porque a pesar de la sujeción absoluta al Padre, paralelamente Él siempre obedeció a José y a María:

“Y descendió [Jesús de 12 años] con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.” Lucas 2:51

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