Él escucha tu oración

“Tú oyes la oración;…” Salmos 65:2

Todos sabemos (o intuimos) que existe Dios, y que es omnipresente, omnisciente y omnipotente, y que fuimos creados por Él. Los cristianos sabemos también que Jesucristo pagó el precio de nuestra arrogancia, que fue entregado por nuestras rebeliones y hecho maldito para que seamos benditos, ¡qué increíble prueba de Su infinito amor! Sin embargo muy pocos saben con certeza, en lo más profundo de sus entrañas, que Dios escucha sus oraciones, todas, y que aunque debido a nuestra separación de Él podamos sentirlo lejano, está allí siempre, al alcance de tu mano, listo para abrazarte, protegerte y cuidar de ti y los tuyos. Por eso a diario procura atraer tu atención pero estás tan preocupado por atender tus propios asuntos que no puedes discernir Su compañía ni escuchar Sus susurros intentando guiarte. ¿Despreciarías a un amigo que te ama sinceramente, te respeta, que es sabio, poderoso, honesto y confiable, y que además solo procura tu bien? Supongo que no, sin embargo el Espíritu Santo es todo eso y mucho más, porque también pagó todas tus deudas para librarte del mal y la muerte, murió por ti…

Ten la absoluta certeza de algo: Dios escucha y atiende tu oración porque tú le importas más que ninguna otra cosa. Eres Su prioridad. El hecho de que no conozcas Su respuesta no significa que Él no te escuche. David dijo: “Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica.” (Salmos 66:19) y también: “Amo a Jehová, pues ha oído Mi voz y mis súplicas; Porque ha inclinado a mí su oído; Por tanto, le invocaré en todos mis días.” (Salmos 116: 1-2). Dios no es un Padre ausente sino omnipresente. No desprecia tu oración sino está atento a ella. Él no te ha olvidado sino que anhelante procura tu regreso a casa. Está presto para atraerte, y creo que cada vez que tu corazón manifiesta la menor posibilidad de clamar a Él, sonríe emocionado. Él guarda la esperanza de una más cercana relación contigo. Quiere ser tu primera opción, ocuparse de ti. No le gusta verte vencido ni abatido sino bien, confiado… Dios tiene todo aquello que necesitas y quiere dártelo para tu bien, pero es necesario que ores y Le busques sabiendo que está allí, que aunque no puedas verlo, es más real que tus manos:

“Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.” Salmos 66:20

 

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: