Me alegro por vosotros

“Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.” Juan 11:14-15

Jesús dejó morir a Lázaro. Sus hermanas, Marta y María, le habían avisado días antes pero Él decidió esperar de modo que cuando llegó, Lázaro estaba muerto y enterrado. Ellas sufrieron y estaban enojadas, por eso le dijeron lo mismo: “si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.” (Versos 21, 32). Pero el dolor que ellas sufrieron tenía un objetivo: llevarles a un nivel de fe mayor. Ellas sabían que Jesús era poderoso (conocían de Sus múltiples sanidades), sin embargo Jesús quería manifestarse como Todopoderoso. Ellas sabían que Él sanaba a todos pero no imaginaban que resucitaría a un muerto además con cuatro días enterrado y que hedía (Juan 11:39). Además Jesús quería anticipar lo que más tarde haría en Si mismo: “… yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar…” (Juan 10:17-18).

Todos quieren ser aprobados pero pocos quieren ser probados. Erróneamente creemos que una vida bendecida está ausente de dolor pero, en muchos casos vemos que el sufrimiento trae crecimiento, que la adversidad tiene un propósito. He conocido a muchas personas que después de mucho buscar han encontrado el sentido a sus vidas una vez superado (no evadido) el sufrimiento. Noventa y cinco por ciento de los matrimonios que deciden pelear por su pacto consideran, cinco años después, que su relación es mucho mejor que antes. No estoy sugiriendo que busquemos al dolor ni a los problemas pero tampoco que procuremos siempre evadirlos (Eclesiastés 7:2-4). ¿Alguna vez has orado con todas tus fuerzas para inmediatamente ver que todo empeora? A lo mejor es la respuesta a tus oraciones pero con un fin mayor. Cristo explica que Su aparente retraso o desatención no era tal sino que tenía un objetivo, por eso dice: “me alegro por ustedes.” Yo encuentro consuelo al saber que cada reto y cada sufrimiento en mi vida tienen una razón y que solo por eso Abba los permite:

“Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.” Juan 11:43-44

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