Libres de la ansiedad y del temor

“Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; Guarda mi vida del temor del enemigo.” Salmos 64:1

David sabía que Dios siempre lo acompañaba y por lo tanto cualquier temor al fracaso, a la derrota o a la muerte significaba dudar del amor y del poder de Dios. Por eso en esta cita no le pide a Dios protección del enemigo sino ser guardado de temerle a éste, lo cual es muy diferente. Claro, se refiere también al hecho de no estar en debilidad delante del adversario pero lo que David está enfatizando es: “Señor, que yo no tema. ¡Que no crea yo más en mi enemigo que en Ti ni en su poder más que en el Tuyo!” Este hombre sabía bien que muchas veces, en medio de las dificultades, perdemos la perspectiva y somos confundidos al enfocarnos en nuestra situación aparente y no en Dios, en lo que nos es visible y no en Él, que es real, que está siempre atento a nuestro lado, y que quiere y puede ayudarnos aunque a nuestros ojos naturales nos sea invisible (2 Corintios 4:18). David sabía que no siempre es fácil “vivir por fe y no por vista” (2 Corintios 5:7) porque nuestra necesidad de palpar, de captar y percibir nos hace dudar y desfallecer pero él, gracias a su continua e intensa comunión con el Espíritu Santo, no se autocritica ni trata de “creer por sus propias fuerzas” sino que le pide ayuda al Padre. ¡Eso es lo más importante!

Cuando estés en la dificultad y sientas miedo, cuando percibas que la situación comienza a salirse de tus manos y el temor al enemigo comience a asediarte, acude al trono de la Gracia de Jesús y dile: “Señor, no dejes que esta circunstancia me engañe, no permitas que el enemigo me confunda y termine yo temiéndole a él como si Tú no estuvieras a mi lado. Yo soy tu hijo y como tal, sé que siempre cuento contigo y que si Tú estás a mi favor nadie tendrá éxito en mi contra (Romanos 8:31).” Dios quiere sacarnos el miedo, recordarnos que Él está sobre cualquier circunstancia sin importar cuan difícil o imposible parezca. Cada reto que se presenta en tu vida tiene el fin de acercarte más a Él, de prepararte para bendiciones mayores, de fortalecerte y expandirte para que puedas experimentar a plenitud la vida que Él te da, logrando cada uno de los sueños que Él puso en tu corazón. Busquémoslo a diario y seamos libres de toda ansiedad y temor….

“Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.” Salmos 34:4

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