Escoge tu tipo de paz

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Juan 14:27

Jesús establece dos diferentes formas de paz. Una proviene del mundo y la otra de Él, es Suya (“mi paz”), y solo Él puede compartirla con nosotros (“os doy”). El sistema mundano o mundo, como lo llama Jesús (Pablo lo llama “este siglo” o el “actual sistema de cosas”), se refiere a la manera como la humanidad opera fuera de la voluntad de Dios, tratando de guiarse a si misma pero causándose mucho sufrimiento por su ignorancia y rebelión, procurando las mismas viejas ideologías pero con diferente nombre en cada generación, esperando alcanzar un orden que satisfaga a todos pero fracasando estrepitosamente una y otra vez, durante milenios. Juan define el fruto de este mundo sin Dios: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” (1 Juan 2:16).

El problema es que los deseos de la carne, de los ojos y la vanagloria que llevamos adentro son insaciables, de modo que la paz que da el mundo es temporal, ilusoria, volátil, sujeta a las circunstancias, a nuestro ego y también a nuestros más profundos temores. Además, eres tú quien debe perseguirla a toda costa y alcanzarla, y luego luchar para mantenerla allí y, ultimadamente, será el mundo quien juzgue si lo lograste o no, definiendo quien eres. La paz de Jesús, por otro lado, no puede obtenerse si Él no la da. No la puedes comprar ni robar, ganar ni merecer, tienes que quererla y Él tiene que dártela pero, como no depende de ti, una vez la recibes seguirá fluyendo cada minuto de cada hora de cada día para que “no se turbe tu corazón ni tengas miedo.” ¿Te imaginas vivir sin temor, en Su paz, lleno de confianza en Dios y en ti mismo porque Él mora en ti? Debes decidir que clase de paz quieres, y luego actuar. Si escoges al mundo, pelearás a tu manera, y tendrás éxito si alcanzas aquello que el mundo valora. Si escoges a Jesús, será a la manera de Él, y tendrás éxito si alcanzas aquello que Jesús valora. Tú decides. Ciertamente la segunda opción requerirá más fe porque deberás vencer al mundo, pero es eterna. Solo tienes que creer en Él…

“¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” 1 Juan 5:5

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