Mira adentro
“Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.” Juan 19:22
Los sagaces político-religiosos tenían a Pilato entrampado. Él procuraba soltar a Jesús porque no hallaba “ningún delito en Él” (verso 6b) pero los judíos le acosaban: “Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone” (Verso 12). Su esposa además le había mandado a decir: “No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él.” (Mateo 27:19). Creo que Pilato trataba de conseguir una salida pero no tuvo la fuerza política para lograrlo. Sin embargo, escribió en la cruz un título que decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS” (Verso 19), y lo hizo en hebreo, griego y latín. Los judíos vinieron entonces a corregirle diciendo: “No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos” pero Pilato, probablemente molesto, dijo: “Lo que he escrito, he escrito.” Aunque esta respuesta parece guiada por su orgullo o enojo, creo que Dios lo usó para anunciar la verdad: Jesucristo de Nazaret es el Rey de los Judíos. Después de que todo pasó, la cruz seguía anunciando (en varias lenguas, para todas las naciones) lo que la mayoría ignoró. Pero que la mayoría ignore algo no significa que no sea verdad.
Si buscas esa cruz dentro de tu corazón, podrás ver que ella aún testifica la verdad: Jesucristo es el único Rey. Las verdades más relevantes de la vida están solo un poco más abajo de lo visible a simple vista. No te acerques a Dios con prejuicios religiosos; sacude un poco el polvo, enfoca un poco mejor. Cuando Jesús enseñaba decía: “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 11:15, 13:9, etc.), y el libro de Apocalipsis 3:18 aconseja: “unge tus ojos con colirio, para que veas.” Debes estar atento porque Su huella está en todas partes pero solo para aquel que quiere ver, que anhela hallarle. Abre tu corazón, ensancha tu vista, no vivas en lo superficial; instruye tu mente para excavar, para indagar, para pensar con independencia, discernir, escudriñar. No sigas lo que todos siguen, no aceptes lo que todos aceptan. Deja que tu brújula interna (el Espíritu Santo de Dios) te guíe. Observa, Él está allí. En todo lo que te rodea, limpia tus ojos…
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas…” Romanos 1:20