Fortaleciendo lo débil
“Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua.” Juan 18:18
Los fariseos llevaron a Jesús desde la casa del sumo sacerdote Caifás al palacio de Pilato, con el fin de presionarlo políticamente para que le crucificaran, llegando al extremo de pedir la libertad de un verdadero criminal (Barrabás) a cambio de lograr su sanguinario objetivo. Sin embargo ellos estaban muy preocupados porque el lugar era “inmundo” y si entraban, se contaminarían y no podrían celebrar la Pascua. ¡Entrar al pretorio romano los hacía “impuros” pero hacer crucificar a un inocente, no! Nuestro ego y envidia pueden confundirnos más allá de lo imaginable. Estaban tan preocupados por si mismos que no se percataban de la abominación que estaban cometiendo. Así funciona la mentalidad legalista. Estamos tan enfocados en los defectos de los demás y en nuestra propia justicia, que surge una forma inconsciente de orgullo espiritual que nos hace sentir superiores. Nos juzgamos más santos, justos, sensibles y hasta más humildes que los otros. Pero Pilato sabía que “por envidia le habían entregado.” (Mateo 27:18). Ellos veían el poder sobrenatural de Jesús pero, en vez de aprender de Él, se sintieron amenazados y prefirieron quitarlo del medio, a cualquier costo.
Y lo mismo puede sucedernos respecto al jefe, nuestro mejor amigo y con un hermano. La próxima vez que te percates de que estás murmurando sobre alguien, procura identificar qué parte de tu ser se siente tan amenazado que busca desesperadamente rebajarle, disminuirle, degradarle. Tu inconsciente podría estar herido y necesitado de alivio a costa de esa persona. Luego bendícele sinceramente y pídele a Dios que te haga fuerte en esa área frágil, en esa región expuesta e hipersensible. El mismo consejo aplica para cuando sean otros los que te critican y procuran desprestigiarte. Identifica, con la guía de Dios, donde y por qué te duele tanto. ¿Qué parte específica de lo que dicen te hiere? ¿Dónde está aún abierta esa herida? Sácala para que la luz de Dios te la cicatrice. Tus Judas parecen dañarte pero Dios los permite con un fin: fortalecerte. No puedes crucificar a otros sin contaminarte… ¡Suéltalo! ¡No te comas una pascua inmunda!
“¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!” Jesús en Mateo 23:24