La hierba y la flor

“Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae.” 1 Pedro 1:24

La hierba es tenaz como la voluntad humana. Se aferra a la vida y mientras tenga un poquito de humedad, sobrevive. Resiste el sol y la lluvia, el calor del día y el frío de la noche, y se adapta a las distintas estaciones y terrenos, en muy variados ángulos. Pero sin agua… se seca irremediablemente. Pienso que el secreto de la hierba está en que, aunque está expuesta, se aferra a lo cubierto; aunque es visible, se enlaza a lo invisible, y su raíz oculta, se ancla en la tierra, buscando asirse de su textura, germinando y extendiendo poco a poco sus trenzas, sin que nadie lo note. Porque la lluvia afuera se seca rápido pero adentro, bajo tierra, el agua permanece. Aunque afuera se le vea caer y salpicar, es abajo, en lo oculto, donde se empoza… La flor por su parte, es diferente, es frágil porque su foco está en lo externo, no en lo secreto; en lo visible y no en lo íntimo. La hierba puede vivir sin ella pero no ella sin la hierba. Ella depende de la hierba quien, extrayendo vida de debajo de la tierra, la nutre y le da la frescura que la embellece.

Según está cita, tú y yo somos como hierba porque aunque visibles, nuestra vida proviene de lo oculto, y somos mucho más de lo que muestra el espejo. Aunque recubiertos de carne, somos espíritus. Aunque venimos del polvo, Dios nos sopló Su aliento de vida (Génesis 2:7). Sin el Agua del Espíritu, nos secamos. Solo bebiendo a diario de ella producimos flores, como coronas. Pero el foco no debe estar en la flor sino en la raíz, en la fuente, donde sea que esté el agua. ¿Quieres florecer? Enfócate menos en la flor y más en la raíz. Si tu atención está siempre en la flor, te secarás porque, aunque el rocío refresca los pétalos, no los nutre y con el sol, se marchitan. La flor es consecuencia, no causa; es hermosa pero no genera, no engendra. Aprendamos de la hierba y busquemos el río subterráneo de Agua Viva. Solo sembrados en Su manantial permaneceremos. Nadie cuenta las flores marchitas sino que busca las nuevas. No vivas de tus glorias sino de Su Espíritu. Ocúpate de Él, la raíz, y el Padre te llenará de flores:

“Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora á tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público.” Mateo 6:6

 

1 comentario
  1. Excelente para recordarnos ver nuestra vida en la perspectiva correcta.

    Me gusta

A %d blogueros les gusta esto: