Alumbra tus tinieblas

“Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.” Salmos 18:28

El rey David tenía un corazón “conforme al de Dios” (Hechos 13:22). Solo él, siendo “tan solo un muchacho” (1 Samuel 17:33), se atrevió a confrontar a Goliat mientras que el rey Saúl y todo el ejército estaban aterrados ante la presencia del formidable gigante. Ahora bien, si este hombre que peleó contra leones y osos con sus propias manos para proteger sus ovejas (figura de Cristo) reconocía que había tinieblas en él y necesitaba que Dios las alumbrara, ¿será posible que tú y yo también las tengamos? No hablo de pecado sino puntos ciegos.

Piensa por unos minutos, ¿sería posible que haya obstáculos dentro de tu mente que limiten tu avance guiándote al fracaso aun cuando procuras activamente el éxito? Durante varios años estuve convencido de que servir a Dios implicaría dejar mi carrera profesional y afectar a mi familia hasta que llegué a Guatemala y comencé a predicar dos o más veces por semana, sin sacrificar lo uno ni lo otro. ¿Qué paradigmas elevan o esclavizan tu vida? ¿Puedes evaluar con objetividad las circunstancias que se te presentan o tiendes a percibirlas siempre como amenazas? ¿Estás convencido de que el matrimonio destruye la libertad, que tu oportunidad ya pasó o que el trabajo y el placer no son compatibles? Si es así, necesitas optimizar tu manera de pensar. Pablo nos insta a renovarnos en el espíritu de nuestra mente (Efesios 4:23) pero eso no es algo que podamos hacer nosotros mismos porque nuestra propia cultura, mapas mentales y experiencias nos ciegan a esa posibilidad. ¿Cómo corregir una conducta que no sabes que es errada? El pueblo de Israel vagó “libre” durante 40 años en el desierto pero en sus mentes seguían siendo esclavos, como el ave que regresa a su jaula, a lo conocido y familiar, aunque no le permita crecer. Es necesario que Dios encienda nuestra lámpara, abra nuestra mente y nos haga percatarnos de esos paradigmas destructivos. Necesitamos que Él alumbre nuestras tinieblas. Dios quiere cambiar tu vida pero para lograrlo necesita cambiar primero tu mente. Es imposible que vivas a tu máximo potencial con tu mente al mínimo. Renuévate en Él.

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” Romanos 12:2a

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: