El otro bote

“Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.” Lucas 5:3

Jesús necesitaba una barca para predicar a la multitud y, de las dos disponibles, escogió la de Pedro. Una vez terminada la enseñanza, el Maestro le indicó donde debía arrojar la red. Pedro obedeció y fue tan grande la captura que tuvieron que llamar a la otra barca para que ayudara. ¿Qué habrá pensado el dueño del otro bote? A veces nos sentimos excluidos porque otro recibió algo que nosotros creemos merecer, y un gusanito con sutil envidia hace su aparición y nos convence de que fuimos víctimas de la injusticia y que el problema está allá afuera, nunca adentro. Y así culpamos a seres queridos, las circunstancias y aún a Dios pero, ¿qué podemos cambiar? ¿Qué fue lo que el Señor vio en Pedro?

Pedro había trabajado “toda la noche sin pescar nada” y estaba limpiando las redes con sus compañeros. Estaba cansado y con sueño, quizás también frustrado porque necesitaba el dinero. Pero cuando Jesús le pidió que «apartara su barca de la orilla» (símbolo de usar sus recursos para servir a Dios, separándose de lo terrenal), obedeció sin chistar y más aún, cuando lo envió de nuevo a pescar, él, pescador de profesión, lo hizo: “en Su Palabra.” Ahora bien, Pedro era tan violento que trató de matar a Malco, el soldado romano que apresaba a Jesús (Juan 18:10), y cuando el Maestro una vez quiso lavarle los pies, se negó enérgicamente porque era muy emocional; y más adelante, en los momentos finales de Jesús en la tierra, le negaría 3 veces, de modo que Pedro no era precisamente intachable. Sin embargo él puso todo lo que tenía (su medio de vida así como sus fuerzas) a la disposición del Maestro. No se fue a descansar para poder regresar luego a pescar sino que primero sirvió a Jesús. A pesar de sus pocos modales y educación, este pescador atrajo la atención del Señor porque su corazón era sincero, y no inventaba excusas. Si a veces te sientes en “el otro bote,” en vez de quejarte, pon tu corazón a Su servicio. Quizás, como a Pedro, Él te promueva una vez más:

“Pero Jesús dijo a Simón [Pedro]: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.” Lucas 16:12

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