Venezuela: la raíz del problema – cápsula 2

“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…” Deuteronomio 18:10-12

¿Cómo te sentirías si descubres que tu hijo adolescente ha estado buscando consejo diario en el vecino o en el tío debido a que confronta graves problemas personales de los que tú no tenías ni idea que estaba sufriendo? Yo sentiría celos y tristeza porque ni el vecino ni el tío aman a mis hijos más que yo, ni creo que ellos puedan ofrecerle mejores consejos que los míos. Y eso es lo que Dios siente cuando en medio de los retos acudimos al brujo, al astrólogo o a la hechicera. ¿Crees que esa gente te ama más que Aquel que se entregó por ti?

Es común reclamarle a Dios porque parece no escucharnos ni hace nuestra voluntad pero por lo general somos tú y yo quienes Le damos la espalda… “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” Isaías 59:1-2. Dios no atiende las oraciones de quienes no Le honran.

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: