Venezuela: la raíz del problema – cápsula 6

“y dijo [el rey Josafat]: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?” 1 Crónicas 20:6

Josafat afrontaba una situación desesperante. Varios reyes se unieron en su contra y el ataque de un ejército multitudinario era inminente. Ser vencido en esos tiempos significaba que los enemigos matarían a todos los hombres, esclavizarían a los niños, y tomarían a sus mujeres y bienes como botines de guerra, sin la menor compasión. No había salida visible. No había instancias, aliados ni organismos a quienes acudir. Pero Josafat era un rey ungido por Dios, por eso razonó: “¿Acaso no eres Tú Dios y tienes dominio no solo en mi país sino en toda la tierra? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder que no hay quien te resista? ¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú?” En otras palabras, pensó: “Este enemigo está abusando de su poderío para destruirnos sin piedad alguna pero, independientemente del tamaño de los que nos amenazan, a pesar de la crueldad de los que nos adversan, “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”» (Romanos 8:31). Si Dios interviene, saldremos victoriosos.

Él no se sentó a quejarse contra el Señor porque Dios no actúa bajo “presión” sino interviene donde y cuando se le cree y se le honra. Josafat ni siquiera mencionó a sus adversarios sino proclamó ayuno colectivo y comenzaron todos a adorar a Dios, a enfocarse en el Señor, no en el enemigo. “…Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz.” La respuesta no se hizo esperar. Dios intervino y ellos no tuvieron que pelear. Si quieres ver libre a Venezuela, déjale espacio a Dios para actuar. Ya Jesús derramó Su sangre para libertarnos, no se necesita más. ¡Adóralo y exáltalo porque Él es digno! Recuerda que nuestro verdadero enemigo es invisible.

“Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.“ 2 Crónicas 20: 22

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