¿Muertos en vida?
“Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” Génesis 3:4-5
Es claro que cuando Dios advirtió a Adán y Eva que morirían si comían del árbol, no se refería a la muerte física porque la pareja vivió muchos años después. Tampoco el fruto era uno común porque cuando Eva lo vio, le pareció: “árbol codiciable para alcanzar la sabiduría.” Dios estaba hablando de la muerte espiritual, no física. Ellos, que solo conocían el bien con todas sus buenas consecuencias, al desobedecer, dejaron al enemigo sembrar una semilla de muerte en ellos. Los seres humanos somos tripartitas: espíritu (pneuma), alma (psique) y cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23). El alma contiene las emociones y sentimientos, las ideas o pensamientos, y la voluntad, y no es la parte que permanece cuando morimos. Ese es el espíritu. El alma conecta al espíritu con la carne (Génesis 2:7), y desde ella podemos elegir buscar hacia arriba o hacia abajo. Cuando el pecado entró al alma, seguimos vivos pero con el espíritu muerto…
Conozco personas muy exitosas que, a pesar de todo lo que han alcanzado, anhelan algo más profundo y trascendente para sus vidas. Algunos buscan satisfacer ese vacío a través de la meditación y prácticas ocultas ya que las religiones, con sus tradiciones y superficialidad, no les sacian. Sin embargo, tratar de llegar al Espíritu por medio del alma (la meditación es una disciplina mental, no espiritual) es como querer aprender astronomía buceando. Son planos diferentes, ecosistemas distintos. Pero nuestra mente rebelde quiere entrar al cielo por su propia deducción. Por eso les gusta Buda, porque habló de iluminación pero nunca de Dios. Pero según la Biblia, solamente aquellos que reciben a Jesucristo (Juan 1:12) y, que “son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” (Romanos 8:14). Él es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6). No hay otro camino ni puente. Solo Él puede vivificar tu espíritu. Sin Él, estás muerto en vida. Necesitas urgentemente recibir a Jesucristo. ¡Invítalo ahora mismo!
“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” Romanos 8:9