En la puerta del Cielo…
Al momento de morir, Dios le pregunta a cada religioso por qué debería Él dejarle entrar a los Cielos:
- Judío: Señor, desde mi juventud he cumplido tu ley (Torah). Respuesta: No porque estás bajo maldición. (Gálatas 3:10a Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición…)
- Musulmán: He hecho caridad, orado 5 veces al día, ayuné cada año en el mes de ramadán y visité la Meca. Respuesta: No porque tus pecados aún están contigo, intactos (Efesios 2:9 “no por obras, para que nadie se gloríe.”)
- Católico: Fui bautizado, iba a misa cada domingo comulgando con frecuencia pero si no es suficiente, mándame a sufrir al Purgatorio hasta que sea purificado de mis pecados. Respuesta: No porque tu sufrimiento no tiene poder para borrar tus pecados (Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”)
- Nueva Era: Pensé que estaba listo pero si no soy aún perfecto, puedo reencarnar y regresar después Señor. Respuesta: No porque solo se vive una vez en la Tierra. (Hebreos 9:27 “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.”)
- No religioso: Señor, he cometido mis pecadillos pero nunca he robado ni matado a nadie. Siempre he seguido los principios morales que me enseñaron desde pequeño. Respuesta: No porque lo que tu juzgas como pequeño lo es según tu propia opinión (Proverbios 21:2 “Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones.”)
Ninguna religión puede salvarte. Acepta a Cristo como tu único y suficiente Salvador para que en ese momento, en vez de tratar de justificar tus errores, puedas decirle: “Señor, yo he creído en Tu Hijo Jesucristo y de acuerdo a Tu promesa soy salvo por la Sangre que Él derramó por mí y por toda la humanidad. Él anuló, en la Cruz del Calvario, el acta que me acusaba (Colosenses 2:14), borrando mis pecados y pagando por todas mis muchas deudas, errores y fracasos. Según Tu Palabra, estoy sellado por Tu Espíritu (Efesios 4:30), soy oveja de tu prado (Salmos 100:3) y por tu pura Gracia, mi nombre está escrito en Tu Libro de la Vida. Gracias Padre.”
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16